miércoles, 30 de septiembre de 2015

CAPÍTULO 21: Si estoy loca

2010.

-Pero como puede estar tan colgado este tío? – grita Vero al leer el papel y me lo quita de las manos – es que lo mato, te lo juro…

“No te librarás de mi”. Esas palabras las repaso una y otra vez en mi mente y mi rabia va en aumento. No me puedo creer que alguien sea capaz de hacer esto. La policía ha tomado nota de lo ocurrido pero se ha ido sin dejar protección policial expresa. Dicen que van a estar esta noche por el barrio, intentando encontrar a este cabrón, pero dudo mucho que lo hagan.

La situación es realmente tensa. Tengo una extraña sensación de culpabilidad y pienso en cómo cojones hacer para quedarme esta noche aquí sin que quede mal. No se si puedo irme y quedarme tranquilo sabiendo que ese tío ha estado merodeando por aquí.

-Vamos a intentar pensar con tranquilidad por favor… - suplica su hermano – nos podemos quedar y hacer turnos esta noche para que…

-Ni hablar! – exclama Malú – no voy a dejar que os pongáis en peligro por algo que tiene que ver conmigo…

-No digas tonterías hija… te piensas que te vamos a dejar dormir sola aquí?

-Si – contesta rotunda -  

-Pues yo me quedo – contesta su hermano convencido –

-Y yo – dice Vero – ahora llamo a mi madre y le digo que se quede con la niña esta noche…

-Pero qué estáis diciendo? – exclama Malú –

-Tu padre también se queda… - dice Pepe –

-Y tu madre – contesta Pepi –

Sin querer, todos me miran a mí justo cuando voy a hablar, por lo que noto su cara de sorpresa al escuchar lo que digo.

-Yo también me quedo – digo convencido –

-Vale, un momento, Stop! – hace un gesto con la mano como de tiempo muerto – estáis flipando? – nos mira sorprendida – que no quiero que os quedéis nadie joder!

-Y nosotros no te vamos a dejar sola – contesto sin querer – eh… - de repente, una sensación de vergüenza me embarga – joder! Que estando con la pierna así no puedes ni levantarte Malú – digo indignado –

-Que no puedo levantarme? – se levanta del sofá con claros gestos de dolor – y como no os vayais os coso a hostias con la silla de ruedas.

Joder. El mismo carácter que cuando era niña. No ha cambiado nada.

-La madre que te parió… - susurra Vero – quieres sentarte en el sofá? – grita –

-Que me dejéis en paz joder! – exclama –

Al estar de pie sobre una pierna, alterada, pierde el equilibrio. Pero yo soy más rápido y la agarro por la espalda. Me mira con gesto enfadado y se sienta de nuevo en el sofá.

-Estás bien? – pregunto sin obtener respuesta –

-Hija, es que no te das cuenta que lo que queremos es estar contigo? Cómo nos vamos a ir con la que tienes encima? – dice Pepi indignada –

-Gracias mamá – contesta Malú irónica – no sé qué haría sin tus ánimos…

-Pero… - Pepi intenta explicarse pero Malú se lo impide –

-Quiero que os vayáis todos – dice con voz más calmada –

-Los cojones – contesta su hermano sentándose en el sofá – yo aquí puedo dormir perfectamente

Los ánimos se estabilizan un poco… creo que Malú ha comprendido que ninguno de nosotros se va a ir a ninguna parte hasta que ese tío esté detenido o algo así. Por un momento, vuelvo a pensar que esto es una tontería y que estoy fuera de lugar totalmente, pero luego les miro. Su madre, completamente asustada, no sería capaz ni de empujar a ese tío. Su padre… seguramente si, tiene que pegar unas hostias como panes… pero si le pasara algo a su padre, no me lo perdonaría nunca. Vero… Vero le pondría empeño, pero, de un empujón, ese tío se la quita de en medio. Su hermano seguramente puede cargárselo si quiere. Así que seríamos 2 contra 1, porque yo también puedo cargármelo si quiero. Es más, quiero hacerlo. Tengo unas ganas de encontrármelo que ni yo sé describirlas.

Me encuentro en el baño, lavándome la cara. Reconozco que, además de tener ganas de matar a ese tío, me da miedo que aparezca. Me miro al espejo. Es ese empeño que tengo por meterme en líos… sin querer, porque no quiero… pero siento una inexplicable obligación por hacer esto.

-Per… perdona… no sabía que estabas aquí.

Vero se queda quieta en la puerta. He olvidado cerrar el baño. Afortunadamente no estoy haciendo nada, sólo mirándome al espejo.

-No te preocupes, ya he terminado – sonrío cortésmente – pasa…

-Eh… espera Álex – me impide salir – quería… - carraspea nerviosa – quería disculparme del todo contigo.

-Otra igual… - resoplo sin querer - No tienes por qué hacerlo… - intento restarle importancia –

-Si tengo por qué… - Vero insiste – no tenía que haber desconfiado de ti ni haberte tratado de esa manera…

-Vero… déjalo anda… - pongo cara de no querer continuar esa conversación –

-Por qué te vas a quedar? – pregunta de repente, mirándome como analizándome –

-Eh… - suspiro – porque tengo tantas ganas como tú de encontrarme con ese tío y partirle la cara – contesto sincero –

-Por algo más? – pregunta, pero no logro entender por donde va – hace años que no ves a Malú y, de repente, apareces y te quedas a intentar solucionar un problema suyo

-Tienes alma de detective eh? – digo con tono suave, incluso sonriendo – simplemente no estaría tranquilo en mi casa… - suspiro – además, le he visto la cara a ese tío… sé quién es…

-Sabes? – pone la mano en mi hombro un instante – me alegro de que te quedes la verdad… - me quedo con cara de póker – al final vas a ser buen tío…

-Es posible… - contesto irónico –

Dejo a Vero entrar al baño y me dirijo de nuevo al salón. Allí ya hay varios colchones esparcidos por el suelo. Así que vamos a dormir aquí? Todos? Pues genial, ahora si que me siento fuera de lugar.

-Bueno, pues esto ya está… - dice Pepi soltando un montón de sábanas sobre uno de los colchones –

-Tipo acampada eh? – dice su hermano - Te acuerdas Álex?

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