martes, 3 de noviembre de 2015

CAPÍTULO 37: Días de sol

1994.

-Álex! Álex! - escucho como corean mi nombre - 

Es ya el tercer gol en mi cuenta particular. El partido está saliendo perfecto, vamos a ganar el torneo entre colegios en el que participamos. Pero quizá lo que más ilusión me hace es que ha venido a vernos. Bueno, en realidad viene casi siempre, pero hoy creo que he estado más pendiente de si miraba, o de lo que hacía. Me gusta que venga a verme jugar, aunque me pone algo nervioso. El último gol se lo he dedicado a ella y se ha puesto colorada. Jajajaja!

2010.

Ha pasado casi una semana desde que me he encargado de la rehabilitación de Malú. Una semana que se me ha hecho corta. Creo que paso más tiempo en su casa que en la mía, sinceramente. Y no me molesta para nada, de hecho creo que hemos recuperado totalmente la confianza que teníamos hace años. Algo increíble, si pienso en los años que llevábamos sin vernos. Creo que es porque mi carácter y el suyo encajan perfectamente. Es irónica, como yo, un punto a favor para tener una amistad… a veces la gente no entiende mi humor. Pero ella sí, ella si lo entiende.

Es disciplinada, o al menos me lo parece. Aunque a veces se queje, es tozuda. Eso me gusta. Me gusta que los pacientes se impliquen en la recuperación y no me dejen a mí hacerlo todo. Ha comenzado a dar los primeros pasos apoyándose en las muletas. Es un progreso enorme, después de estar semanas sin apoyar la pierna. Creo que se va a recuperar antes de lo esperado.

-Álex, estás a lo que estás o qué?

Sacudo mi cabeza y miro a Toni, ya equipado con el uniforme. Me abrocho fuerte las botas. Hoy hay partido, de los importantes. Si ganamos, nos ponemos primeros de la liga y puede que consigamos entrar en el ascenso. Si perdemos, se nos complica un poco la cosa. 

Me encanta jugar al fútbol, lo vivo como si jugase en primera, como si de cada partido, dependiese mi vida. A veces creo que me paso con la intensidad, ya he tenido un par de lesiones por eso, por forzar demasiado. Pero no lo puedo evitar, el fútbol es una de mis pasiones desde pequeño, y lo seguirá siendo hasta que me muera probablemente.

El partido comienza con mucha intensidad. El rival es duro, van los terceros y tienen fama de ser bastante… cerdos a la hora de jugar. Todo está bajo control hasta que una entrada me derriba. Siento un dolor terrible en mi tobillo derecho, me retuerzo en el suelo por puro instinto, si no me muevo, me duele más. Apoyo mis rodillas y la cabeza en el césped, apretando los puños. El dolor va pasando, creo que no tengo otra cosa que el golpe. Me incorporo a duras penas, poniendo gestos de dolor, caminando despacio y haciendo algún aspaviento hacia el autor de la entrada y al árbitro.

-Puedes seguir? – pregunta Toni acercándose a mí –

-Si si… - digo seguro – joder, qué cabrón…

-Ni amarilla, esto va a ser jodido…

Pues si, parece que el árbitro es permisivo con este tipo de juego. Habrá que joderse e intentar sobrevivir de una pieza. Me lanzan un balón largo e intento correr para controlarlo pero todavía me duele el tobillo. No es momento de hacer florituras. Alzo la mano disculpándome con el compañero y alzando mi pulgar derecho. Miro a la grada, como siempre, no hay demasiada gente, aunque más que otros días, imagino que por la importancia del partido. Algo que veo me hace quedarme petrificado. No puede ser. Y me saluda! Pero si es ella! Y la que está al lado es… su amiga la loca, genial. Me la imagino bajando aquí y pegándome patadas. Qué cojones hacen aquí? De repente me pongo algo nervioso, me sudan las manos. Como cuando jugabas al fútbol de pequeño y te estaba viendo la chica que te gust… espera espera! No es eso! No es la chica que me gusta! Es Malú, mi amiga, y su amiga la loca que en el fondo es buena tía. Es solo eso, nada más.

El caso es que como que me motiva que haya venido a verme, aunque no entiendo la razón, y más yendo todavía con las muletas. Es más, no entiendo como no tiene a cientos de personas alrededor pidiéndole una foto. No me esperaba que pudiera camuflarse tan bien entre la gente, imagino que tendrá sus tácticas para hacerlo. Miro de nuevo a la grada. Su táctica son unas gafas de sol. No lo entiendo. Llega el descanso, lo necesitaba para terminar de recuperarme del golpe anterior en el tobillo. Me siento en una de las banquetas, secándome en sudor con la toalla y bebiendo agua como un descosido.

-Has visto quién ha venido? – dice Toni en voz baja –

-Schhh – le hago un gesto para que no grite, absurdo –

-Estáis liados? – me da un codazo –

-Esta conversación me parece que ya la tuvimos con 15 años – digo desganado – es solo mi amiga vale?

-Vale vale! – alza las manos – luego podré saludarla o no me dejarás?

-Cuando te duches… que hueles a zombie… - digo en tono bromista –

-Joder… es como cuando éramos pequeños y venía a vernos jugar… - se queda pensativo – bueno, venía a verte a ti claramente.

-Claro claro… - digo intentando pasar del tema –

Se reanuda la segunda parte y seguimos cero a cero. Empiezo a impacientarme, he vuelto a recuperar la concentración en el partido y eso me hace querer marcar cuanto antes. Cojo el balón en el centro del campo y me lanzo un autopase en largo, por la banda, como a mi me gusta. Me quito de encima a dos rivales y hago un quiebro para llegar al borde del área. No veo a ningún compañero desmarcado así que decido chutar. Al palo. Al maldito larguero. Me llevo las manos a la cabeza, cómo no ha podido entrar eso? No es posible. Vuelvo trotando hasta el centro del campo y Toni me lanza una mirada disimulada hacia la grada. Pongo los ojos en blanco, parece que juego con el Toni de hace años, el de los 15 años, o mejor, el de los 10.

Tras varias jugadas en las que han estado a punto de marcarnos, empezamos a trazar pases casi al primer toque. Me gusta jugar así, rápido, no les da tiempo a pensar. El balón llega unos metros más atrás del borde del área y armo mi pierna, chutando hacia la portería. No se cómo, el portero se ha encontrado con el balón y lo desvía. No me lo puedo creer. De nuevo me llevo las manos a la cabeza. Otra oportunidad a la mierda. El córner queda en nada y tenemos que volver a toda velocidad para evitar el contraataque. Toni roba el balón pero le hacen una entrada por detrás que es de roja directa. Me he cansado. Es el mismo que me ha hecho la entrada a mí. Voy a por él repleto de furia.

-Qué haces gilipollas? – le empujo levemente con el cuerpo –

-Partirte la cara es lo que voy a hacer – me responde –

-Eh eh! – el árbitro se pone en medio – calmaos que os expulso.

-A mí? – pregunto estupefacto –

No es posible lo que ven mis ojos. Amarilla para mí y para él. Claro, es lo mismo dar un suave toquecito con el cuerpo que hacer ese entradón. Me separo de la jugada para no liarla más, no van a expulsarme por su culpa.

Los ánimos se calman un poco, o al menos eso creo, hasta que cojo el balón en la banda. Comienzo a correr y, no sé como, siento un golpe tremendo en la cadera izquierda y caigo rodando por el suelo, chocándome con los paneles publicitarios. Joder, me duele, me duele mucho la cadera, pero tras reponerme, me levanto. Alzo los brazos al ver que la entrada me la ha hecho el gilipollas de antes. Por fin, por fin se va a la calle, no sin antes escupirme. Sonrío irónico al esquivar su saliva y pongo mis brazos en jarra. Niego con la cabeza, qué mal perder tienen algunos. Alzo el pulgar hacia el banquillo, creo que mi caída ha sido más aparatosa de lo que ha sido, se han asustado y todo. Me subo las calcetas hasta casi las rodillas y vuelvo a trotar hacia el área. 

Quedan 5 minutos y esto hay que solucionarlo ya. La jugada acaba en córner y le hago un gesto a Toni. Una de nuestras jugadas. Él saca el córner hacia el borde del área y yo chuto. Apenas nos ha salido un par de veces, pero puede que esta sí. Me dejan solo al ver que no entro al remate, así que calculo más o menos donde va a caer el balón, observando como planea hacia mí. No lo dejo botar, engancho una volea con mi pierna derecha y el balón sale disparado, colándose en la portería un poco más abajo de la escuadra izquierda del portero. A lo Zidane.

Enloquezco, me encanta meter goles, me encanta esa sensación. Hago los típicos gestos que hace alguien cuando marca y me deslizo de rodillas, haciéndomelas polvo, por el césped que apenas resbala, pero me ha quedado guay para la foto. Todos vienen hacia mí, asi que me dejo caer en el césped para que me aplasten con gusto.

Tras notar varias veces que me ahogo, consigo salir de debajo de esa marabunta de tíos sudorosos gritando. Me río por inercia, más todavía cuando Toni me agarra la cara y me planta un beso en la frente, dándome un par de golpes en el hombro que me dejan seco. Qué efusivo joder. El míster, el padre de uno de los compañeros, me choca la mano todavía inmerso en la emoción de ganar a pocos minutos del final.

-No se lo vas a dedicar a tu amiga? – dice Toni con cierto retintín –

Resoplo. Es pesado. Muy pesado. Extremadamente pesado. Pero bueno, la verdad es que tengo curiosidad por saber si se ha quedado hasta el final. Miro a la grada y allí está, alzando las manos y aplaudiendo. Sonrío algo avergonzado y alzo la mano saludando. Joder, qué vergüenza más absurda me ha entrado.



1994.

-Álex! Álex! – grito a coro junto con el resto de compañeros de clase –

Él hace un gesto un tanto avergonzado. Acaba de marcar su tercer gol en el partido y me lo ha dedicado. Ahhh! Me apetece dar saltitos, pero me contengo. Solo quedan unos minutos para que seamos campeones de la liga entre colegios en la que participamos. Y yo, como buena amiga que soy, vengo a verlo casi siempre, animándoles, o, mejor dicho, animándole a él.

2010.

La verdad es que he llegado a pensar que hacer esto era una tontería… pero creo que le ha tenido que hacer ilusión verme. O, por lo menos, no le habrá disgustado. Ha sido dicho y hecho… de estas cosas que hace Vero sin pensar. En cuanto le he dicho que Álex jugaba hoy, se le ha cruzado el cable. La verdad es que creo que he sido yo la que le ha obligado sutilmente. Me apetecía tener un detalle con él… y qué cojones! Me apetecía salir de casa. Y qué mejor plan que comer pipas en un campo de fútbol, muletas en mano, y viendo jugar a mi mejor amigo?

Con su gol, creo que se me ha ido un poco la pinza. Menos mal que no me estaba mirando. Vero ha puesto una de sus caras extrañas cuando ha visto tanta efusividad, pero se ha contagiado en seguida. Anteriormente me había mirado también con cara extraña cuando me he puesto a insultar al tío que le ha cosido a faltas. Será cerdo… lo mínimo era insultarle. Dios, me veo y no me reconozco… estoy siendo… natural? Exacto… natural. Y lo mejor de todo es que nadie me ha reconocido. Es muy curioso… si vas a lugares donde no se espera que haya nadie famoso… no te reconocen. En cambio voy por la gran vía y probablemente me reconozcan. Misterios.

-Bueno… - Vero se levanta al escuchar el pitido final – vas a bajar al vestuario a ver como se ducha?

Pongo cara de sorpresa. A qué viene eso? Está dicho con retintín, con intención… y no entiendo por qué.

-Por qué dices eso? – digo algo cabreada –

-No, porque como se te ve tan entregada… - dice sin mirarme –

-Mira, yo es que flipo… - comienzo a andar con las muletas – no puedo venir a ver a un amigo sin que tengas que hacer un comentario de los tuyos…

-Solo digo lo que veo, sabes que siempre te digo la verdad… - dice excusándose, caminando detrás de mi –

-Estoy harta… - susurro – no puedo comportarme de manera natural… siempre tienes que estar vigilándome – me paro en seco y me doy la vuelta – si no salgo de casa, mal, y si decido hacer algo diferente, mal también.

-No te he dicho que esté mal Malú… pero reconoce que Álex…

-Álex qué? – alzo la voz haciendo que algunas personas nos miren – llévame a casa… - digo enfadada comenzando a andar –

-Pero Malú, no vas a esperar a que salga…

-Que me lleves a casa joder! – grito enfadada –


La escucho suspirar. Sabe que, aunque intente disculparse, ya me ha cabreado lo suficiente para que sea tarde. Se me han quitado las ganas de todo. Esa insinuación suya me ha sentado muy mal. No puede ser solo un amigo? Si hago cualquier cosa distinta a lo que se supone que tengo que hacer, me siento juzgada. Por qué si vengo a ver a un amigo tiene que ser porque me gusta? Estoy harta.