miércoles, 30 de septiembre de 2015

CAPÍTULO 17: Cómo te olvido

1997.

-Te gustaría tener hijos?

-Y esa pregunta a qué viene? – contesto riéndome –

-Yo que se… - dice riéndose – a mi sí. – contesta rotunda –

-Espero que decidas esperar un poco… - digo en tono gracioso –

-Idiota… - me da una palmada en el hombro – solo digo que me gustaría formar una familia… no lo has pensado nunca?

-Alguna vez… - arrugo los labios – pero con quince años creo que se piensa a veces en cosas que no tienen sentido.

-Pues para mí tiene todo el sentido… - responde convencida – aunque lo complicado es encontrar con quien formarla.

-Joder tía… hablas como si tuvieras 30 tacos… - digo riéndome –

-Estaré madurando – se alza de hombros – la verdad es que me da miedo no encontrar a nadie y quedarme sola… y no poder tener una familia… - le miro sorprendido – qué? Joder, vale… - se ríe – ya me callo.

-Que no coño – me siento en el césped – mira, si… - me quedo pensativo – si a los… 30 y pico estamos los dos sin pareja, nos casamos y ya está.

-Qué? – responde riéndose – casarnos? – se ríe nerviosa – no puedo casarme con mi mejor amigo…

-La verdad es que… pensar en pequeñas Malús cambiándome el canal de la tele constantemente… - niego con la cabeza - me da una pereza…

-Gilipollas… - me suelta un puñetazo en el hombro mientras se ríe a carcajadas - 


2010.

No sé qué hago aquí realmente. Siento que estoy haciendo el gilipollas… soy un puto retrasado. Por un momento pienso en volver a casa y no llamar a este timbre, pero una extraña fuerza, quizá la conciencia, me hace pulsar el botón. Espero nervioso a la respuesta. Un último intento de mi mente para convencerme de que esto no es buena idea, pero no le hago caso.

-Si? – contesta una voz de mujer –

-Eh… hola… soy… - carraspeo – soy Álex.

-Hostias! – exclaman al otro lado del telefonillo justo antes de abrir la puerta –

Entro al jardín, parece bien cuidado. Cierro la verja todavía pensando que es mi última oportunidad de deshacer esta gilipollez, pero no puedo irme. Definitivamente mi conciencia y algún atisbo de madurez, me convencen para afrontar la situación. Enfrente, tras 3 peldaños de escalera, se abre la puerta de la casa. Ahí está ella, la amiga loca de los cojones que, cuando me ve, agacha la cabeza un tanto avergonzada. Subo los escalones y ella se aparta para dejarme pasar.

-Pensaba que no ibas a venir… - dice sin mirarme –

-Pensabas mal – contesto seco –

-Pasa simpático… - resopla y cierra la puerta – Malú, tu amigo el simpático ha venido – grita pasando por mi lado hacia la puerta de, lo que creo, es el salón –

He podido fijarme que es un dúplex bastante amplio, con un pasillo que lleva al comedor, no demasiado largo, y una decoración que considero… moderna? Bah, no entiendo de esas cosas. Entro al salón y cual es mi sorpresa que me encuentro a Jose y a Pepi, mirando hacia la puerta, hacia mi. Y Malú tumbada en el sofá, incorporándose.

-Hola – digo por decir algo –

-Hijo! Has venido! – Pepi se lanza hacia mí, abrazándome y dándome besos sin parar en la mejilla – ay madre mía… por qué no me cogías el teléfono?

-Eh… lo siento Pepi… - digo sin saber muy bien qué decir – hola Jose

-Hola tío – me extiende su mano para estrecharla –

-Cómo estás? – digo mirando a Malú, que detecto que me mira con cara avergonzada –

Va a contestarme, pero una voz irrumpe en el salón. Una voz demasiado familiar como para no saber, instantáneamente, quién es.

-El pequeño Álex, que ya no es tan pequeño…

Me giro y le veo. El padre de Malú me mira con gesto paternal. Hace 12 años que no le veía, la tele o las revistas no cuentan. Parece alegrarse de verme porque viene hacia mí extendiendo los brazos.

-Pepe… - alcanzo a decir todavía sorprendido –

-Ven aquí hombre… - me agarra para darme un abrazo – joder, has crecido eh? – hace que me ruborice –

No sé qué decir. De repente miles de recuerdos que parecían guardados en una caja con llave, aparecen ante mí. Aquellas tardes tocando la guitarra o viendo el fútbol en su casa. Joder, si era casi como de la familia. Cómo se acabó todo eso tan de repente? Todavía me parece increíble.

-Quieres algo Álex? – dice Pepi con voz un tanto emocionada –

-Eh… no no… tranquila… - digo algo sobrepasado –

Un ladrido me hace asustarme un poco. Miro hacia el sofá y allí veo a Danka, todavía convaleciente, moviendo su preciosa cola mientras me mira. Malú mira a su perra totalmente enternecida y un impulso me hace acercarme al sofá. Acaricio su cabecita mientras suelta grititos, parecen de alegría. Se acordará de mí?

-Se acuerda de ti – dice Malú apretando los labios un tanto emocionada – qué fuerte…

-Qué pasa pequeña? – digo de manera cariñosa mientras acaricio su cara – está muy recuperada no?

-Es de otra pasta… - dice Pepi – como mi hija más o menos…

-Igualita… - dice irónicamente Malú señalándose la pierna escaloyada –

Tras unos segundos, unos sonidos de patas y ladridos se acercan a mí. Dos perros pequeñitos se plantan ante mí, moviendo el rabo a velocidades supersónicas.

-El amigo simpático de los perros… - escucho susurrar a Vero –

-Vero – le recrimina en voz baja Malú, pero decido no mirarlas –

Acaricio a los otros dos perros. Pero cuántos tiene? 101?

-Tienes más animales? – pregunto irónico mirando a Malú –

-El gato… pero ese pasa olímpicamente de todo – se ríe levemente – es rarísimo… no te ladran… y estas dos ladran a todo Dios…

-Oleran a mi perro… - digo restándole importancia –

Alzo la mirada y veo todas los ojos dirigidos hacia mí. De repente me siento tremendamente incómodo. A qué cojones he venido? A ver a Malú no? Ya la he visto. Pues me largo de aquí.

-Bueno… - me levanto del suelo dejando panza arriba a las dos perritas – me tengo que marchar… he venido solo a ver cómo estabas.

-Como que te tienes que marchar? – pregunta Pepi escandalizada – de eso nada hombre, ahora mismo te saco una cervecita y…

-No Pepi… de verdad… - suspiro levemente – vivo por aquí cerca y quería pasar a ver cómo estabas… pero no quiero molestar - miro a Malú que me mira apenada – me alegro de que te hayan dado el alta… - digo sincero – descansar en casa es lo mejor para estas cosas…

-Pero hombre, te vas a ir? Después de estar no se cuántos años sin vernos? – pregunta Pepe poniéndome una mano en el hombro –

-Es que tengo un compromiso… - digo mintiendo –

-Un café por lo menos… - me insiste Pepe –

-Otro día Pepe, de verdad… - asiente resignado – bueno… - estrecho su mano – me alegro mucho de verte…

-Lo mismo digo… - contesta de manera sincera –

-Bueno… - miro hacia Malú que sigue con gesto apenado – descansa y recupérate vale? – mi voz me suena fría hasta a mí, pero no lo puedo evitar –

Pepi vuelve a insistir en que me quede, pero vuelvo a poner la excusa del compromiso. Al final, consigo salir de la casa. Al cerrar la puerta, me quedo unos segundos allí, parado. Los sentimientos que he tenido al verme en una casa con su familia, como hace años, me han removido por dentro. Respiro hondo un par de veces antes de salir de ese jardín y cerrar esa verja. Tengo que procurar no volver a venir a esta casa o me volveré loco.


-Es que ni estando él delante puedes parar… - dice mi hermano –

-Pero tú sabes cómo me habló por teléfono? Simpático no es, desde luego…

-Y cómo quieres que te hable Vero? – mi hermano alza la voz – le acusaste de querer matar a mi hermana… es que me cago en la hostia ya…

-Jose, tranquilízate… - dice mi padre –

-No papá… es que me jode que Álex se haya sentido así de mal por su culpa…

-Por mi culpa? – dice Vero indignada – igual no tiene nada que ver que estuviérais todos mirando como acariciaba a los perros…

-Es que eres la hostia colega… - dice mi hermano indignado – no eres capaz de reconocer cuando te equivocas…

-Que ya le he pedido perdón! Qué más quieres? – grita indignada –

-Ya está bien! – grito desde el sofá – podéis parar de pelearos por favor? – suplico – Vero… no pretenderás que sea simpático contigo después de lo que pasó…

-Pero…

-Que no tienes razón joder! – le corto – ahora mismo me vais a dar su teléfono para que hable con él…

-Encantadísima… - dice dándome su móvil – no soportaría tanta amabilidad de nuevo…

-Me cansas Vero… - digo agotada – no le conoces de nada…

-Ni quiero vamos… - y sigue –

-Seguramente hubieras cambiado de opinión si le hubieras visto cuando tuve el accidente… - digo con toda la intención de hacer que se sienta mal – pero tú prefieres quedarte con que te ha hablado borde pero omites en tu mente que tú le llamaste poco más que asesino…

Se hace un silencio en el salón. Mi madre me mira con cara de darme la razón. Por supuesto que la tengo. Qué comportamiento tan infantil de Vero. Si no fuera mi mejor amiga, ya la habría echado de mi casa. Pero no puedo hacerlo, significa demasiado para mí.

-Vale! – exclama al ver que todos la miramos – si seguramente es un tío genial… pero no hemos tenido feeling… ya está

-Qué raro no tener feeling con una tía que te acusa de ser una asesino eh? – dice mi hermano de manera irónica –


-Bueno ya está tú también no? – recrimino a mi hermano – alguien puede llevarme al baño?

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