miércoles, 30 de septiembre de 2015

CAPÍTULO 20: Donde no llegue la razón

1990.

-He dicho que Malú juega con nosotros

-Una mierda! Las chicas no juegan al fútbol

-A partir de ahora sí – respondo seguro –

Me da miedo que le hagan daño. Es como mi hermana y va a jugar conmigo si yo quiero. Y me da igual lo que digan los tontos de mi clase.

-Álex, ya juego con mis amigas…

-Que no, he dicho que Malú juega y juega. Y las demás también.

Al final, todos agachan la cabeza y consigo que Malú juegue con nosotros. Y el resto de las chicas que quieran. Por qué tienen que jugar a otra cosa en vez de jugar todos juntos?


2010.

Llevo toda la tarde en casa de Malú. No me quiero ir a casa. Me da miedo irme realmente. Aunque esté acompañada, he descubierto que sigo teniendo ese sentimiento de protección hacia ella que tenía cuando éramos pequeños. Sé que en algún momento me tendré que ir, pero he estado demasiado ocupado esta tarde calmando a su madre. 

Pepi es de esas personas que exageran todo, lo bueno y lo malo, y eso es precisamente lo que le hace especial. Pero en esto no está exagerando, quizá perdiendo el control, pero no exagerando. Me parece absolutamente normal que esté atacada. Un hombre ha provocado que su hija tenga un accidente y anda suelto por ahí. Y encima estaba obsesionado con ella.

Lo que me reconcome por dentro es que lo tuve delante y se escapó. Se metió en el coche y huyó, y yo no pude detenerle. Todo habría acabado si hubiera podido hacerlo.

Pepe se ha unido esta tarde a nosotros. Ha venido a ver a su hija y aquí estaba yo, sin saber muy bien si pinto o no pinto algo aquí, contándole mi vida a unas personas que no veo desde hace 12 años. Todo para intentar no pensar en el lío en el que están metidos con todo esto. Su hermano se ha ido esta tarde pero volvería por la noche, creo que han acordado dormir todos aquí hoy, para no dejar sola a Pepi con Malú.

Anochece pronto, todavía no han cambiado la hora aunque no falta mucho. A las 8 ya es de noche, y yo debo ir pensando en irme. Lo tengo pensado cuando, de repente, se escucha un ruido en el piso de arriba. Algo como cristales rotos… estoy seguro. Nos miramos todos con caras de circunstancias.

-Qué ha sido eso? – pregunta Malú con cara de pánico –

-Quedaos aquí – digo de manera segura mientras me dirijo hacia la puerta del salón –

-Tú solo no vas – dice Pepe poniéndose a mi altura –

-Ni hablar Pepe – digo contundente –

-Ay dios mío… - su madre se echa a llorar –

-Pepe, quédate con tu hija… - digo a su padre –

-Pero qué dices? Como vas a subir tú solo? – camina hacia la puerta –

-Pepe por favor! – grito sin querer – déjame subir a mí, quédate con ellas.

Pepe finalmente me hace caso. En el pasillo, encuentro la escoba y la cojo entre mis manos. Me siento gilipollas con una escoba como arma defensiva. Subo al piso de arriba algo temeroso, con el corazón a mil sabiendo que puedo encontrarme con algo que no me guste. Entro primero a la que creo que es la habitación de Malú, puesto que hay una cama amplia y varias fotos de ella con amigos y familia. Detecto en seguida la razón del golpe. Una piedra de dimensiones considerables se encuentra en el suelo, con trozos de cristales. 

Miro a la ventana. Ha entrado por ahí. Corro instintivamente hacia ella y, a lo lejos, veo a alguien correr. Salgo como alma que lleva el diablo, escaleras abajo, mientras veo salir del salón a Vero.

-Qué pasa? – pregunta mientras salgo por la puerta –

-Llama a la policía! – grito mientras corro hacia la verja para salir detrás de él –


Corro todo lo que puedo en la dirección hacia donde he visto que alguien corría. Ni siquiera sé si era él, no lo podía distinguir a tanta distancia. Llego a un cruce con varias opciones que elegir. Mierda, lo he perdido.

-Joder! – exclamo frustrado –

-Álex! – aparece Vero corriendo, llegando a mi altura – qué pasa?

-Era él! – digo señalando a la carretera – joder, era él! – me apoyo en un coche, agotado no ya por la carrera que me he pegado, sino por la frustración que me provoca – hay que llamar a la policía.

-Pepe les estaba llamando… he salido detrás de ti por si… - la miro y se calla – no sé por qué he salido detrás de ti sinceramente…

Sonrío un segundo para quedarme serio de nuevo. Estará loca, pero es buena amiga, o eso me parece.

Volvemos caminando hacia la puerta de la casa. La rabia me puede, me consume. Me imagino la cara de Malú, completamente asustada, cuando sepa que él ha estado aquí y se ha escapado.

-Vienen ya – dice Pepe cuando nos ve entrar por la puerta –

-Pero qué ha pasado? – grita Malú desde el sofá – joder! – escucho como se pone a llorar –

-Dónde vas? – pregunta Vero al verme subir las escaleras –

No contesto. Vuelvo a entrar en la habitación y recojo la piedra del suelo. Me había parecido que tenía algo enganchado. Efectivamente, es un papel arrugado. Lo cojo y me quedo blanco al leer lo que pone. Definitivamente, no me voy de esta casa hoy. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario