1998.
-Entonces te vas?
-Si… - baja la
cabeza de manera triste –
-Nos volveremos a
ver? – pregunto temeroso –
-Pues claro! Tienes
mi teléfono… - se muerde el labio mirando hacia el coche –
-Te voy a echar de
menos… - digo de manera sincera –
-Y yo a ti…
El abrazo me inunda
de sentimientos que no sabía que existían. Una mezcla de rabia, tristeza y
melancolía que creo, me han hecho madurar de repente. Así que esto es
despedirse de la persona que quieres. Esto es estar enamorado. Pues menuda
mierda, no quiero estar enamorado. La veo alejarse hacia el coche donde le
esperan sus padres, que alzan la mano saludándome, despidiéndose también de mí.
Tengo la sensación que este momento lo voy a recordar toda la vida como una de
las situaciones más difíciles de mi vida. Tanto es así, que noto como estoy
llorando. Sin querer, pero lo estoy haciendo. Más aún cuando veo alejarse el
coche, tengo ganas de correr tras él, de volver a abrazarla, pero una extraña
sensación de responsabilidad me frena en mi idea. Esto es lo que ella quiere,
esto es para lo que ha nacido… y esto es lo que nos separa para siempre.
2008.
De tanto esperar a
que ese maldito teléfono suene, mi mente se ha escapado y ha decidido recordar
ese día. Por qué tengo que recordar eso ahora? Joder, por qué no me llama
nadie? Necesito saber que está bien.
Dicen que segundas
partes nunca fueron buenas y, en nuestro caso, es totalmente así. Todavía
recuerdo aquella noche que nos encontramos en aquel bar. Qué desastre. Se le
fue la pinza, no le culpo, supongo que esas cosas ocurren cuando tienes éxito
desde tan pequeña… pero yo haría algo esa noche para molestarla tanto? Es una
pregunta que me he hecho siempre. Qué pasaría por su mente para echarme de su
casa de aquella manera? Con lo amigos que fuimos de pequeños… y lo mal que lo
pasé cuando dejó el instituto. Y ahora aquí estoy, sin un teléfono suyo al que
recurrir, teniendo que esperar una llamada de terceras personas para saber que
está bien. Por qué no se ha cuidado? Por qué ha tenido que pasarle algo así? La
información que me ha llegado no es nada buena… y solo de pensar que puede
pasarle algo, siento un peso en el pecho que pocas veces he sentido. Debe ser
cierto eso de que el primer amor nunca se olvida. El primer amor… suspiro de
desesperación mirando ese maldito teléfono. De repente, como si me hubiera
escuchado mentalmente, suena. Suena tan fuerte que se confunde con mis latidos.
Lo cojo entre mis manos temblorosas, temeroso de las noticias que pueden
llegarme.
-Dime – contesto
serio –
-Está bien, la
operación ha salido bien…
-Seguro? Donde está?
-No me lo han dicho…
no quieren visitas ni que se filtre el nombre del hospital Álex… es normal, lo
entiendes verdad?
-Si… claro… -
contesto abatido – seguro que está bien?
-Seguro… te mantendré
informado, por ahora no sé nada más.
-Gracias… de verdad…
-De nada…
La conversación
termina así. Siento unas ganas inmensas de llorar y no me apetece frenarlas.
Los humanos somos muy curiosos. Cuando peor estamos, nos gusta regodearnos en
nuestra mierda para sufrir todavía más con los recuerdos. Quizá es un mecanismo
de defensa que hace que lo suframos todo de una vez. No sé ni como, estoy
viendo fotos con ella de niño. Hace poco encontré el álbum en casa de mis
padres. Sonrío con lágrimas en los ojos… qué años tan felices… qué ingenuos, no
sabíamos lo que era la vida en realidad, y no nos importaba.
Cierro el álbum
despacio y me recuesto en el sofá. Son las 5 de la mañana y estoy agotado.
Resoplo de puro cansancio. Está bien, está viva, eso es lo único importante.
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