miércoles, 30 de septiembre de 2015

CAPÍTULO 21: Si estoy loca

2010.

-Pero como puede estar tan colgado este tío? – grita Vero al leer el papel y me lo quita de las manos – es que lo mato, te lo juro…

“No te librarás de mi”. Esas palabras las repaso una y otra vez en mi mente y mi rabia va en aumento. No me puedo creer que alguien sea capaz de hacer esto. La policía ha tomado nota de lo ocurrido pero se ha ido sin dejar protección policial expresa. Dicen que van a estar esta noche por el barrio, intentando encontrar a este cabrón, pero dudo mucho que lo hagan.

La situación es realmente tensa. Tengo una extraña sensación de culpabilidad y pienso en cómo cojones hacer para quedarme esta noche aquí sin que quede mal. No se si puedo irme y quedarme tranquilo sabiendo que ese tío ha estado merodeando por aquí.

-Vamos a intentar pensar con tranquilidad por favor… - suplica su hermano – nos podemos quedar y hacer turnos esta noche para que…

-Ni hablar! – exclama Malú – no voy a dejar que os pongáis en peligro por algo que tiene que ver conmigo…

-No digas tonterías hija… te piensas que te vamos a dejar dormir sola aquí?

-Si – contesta rotunda -  

-Pues yo me quedo – contesta su hermano convencido –

-Y yo – dice Vero – ahora llamo a mi madre y le digo que se quede con la niña esta noche…

-Pero qué estáis diciendo? – exclama Malú –

-Tu padre también se queda… - dice Pepe –

-Y tu madre – contesta Pepi –

Sin querer, todos me miran a mí justo cuando voy a hablar, por lo que noto su cara de sorpresa al escuchar lo que digo.

-Yo también me quedo – digo convencido –

-Vale, un momento, Stop! – hace un gesto con la mano como de tiempo muerto – estáis flipando? – nos mira sorprendida – que no quiero que os quedéis nadie joder!

-Y nosotros no te vamos a dejar sola – contesto sin querer – eh… - de repente, una sensación de vergüenza me embarga – joder! Que estando con la pierna así no puedes ni levantarte Malú – digo indignado –

-Que no puedo levantarme? – se levanta del sofá con claros gestos de dolor – y como no os vayais os coso a hostias con la silla de ruedas.

Joder. El mismo carácter que cuando era niña. No ha cambiado nada.

-La madre que te parió… - susurra Vero – quieres sentarte en el sofá? – grita –

-Que me dejéis en paz joder! – exclama –

Al estar de pie sobre una pierna, alterada, pierde el equilibrio. Pero yo soy más rápido y la agarro por la espalda. Me mira con gesto enfadado y se sienta de nuevo en el sofá.

-Estás bien? – pregunto sin obtener respuesta –

-Hija, es que no te das cuenta que lo que queremos es estar contigo? Cómo nos vamos a ir con la que tienes encima? – dice Pepi indignada –

-Gracias mamá – contesta Malú irónica – no sé qué haría sin tus ánimos…

-Pero… - Pepi intenta explicarse pero Malú se lo impide –

-Quiero que os vayáis todos – dice con voz más calmada –

-Los cojones – contesta su hermano sentándose en el sofá – yo aquí puedo dormir perfectamente

Los ánimos se estabilizan un poco… creo que Malú ha comprendido que ninguno de nosotros se va a ir a ninguna parte hasta que ese tío esté detenido o algo así. Por un momento, vuelvo a pensar que esto es una tontería y que estoy fuera de lugar totalmente, pero luego les miro. Su madre, completamente asustada, no sería capaz ni de empujar a ese tío. Su padre… seguramente si, tiene que pegar unas hostias como panes… pero si le pasara algo a su padre, no me lo perdonaría nunca. Vero… Vero le pondría empeño, pero, de un empujón, ese tío se la quita de en medio. Su hermano seguramente puede cargárselo si quiere. Así que seríamos 2 contra 1, porque yo también puedo cargármelo si quiero. Es más, quiero hacerlo. Tengo unas ganas de encontrármelo que ni yo sé describirlas.

Me encuentro en el baño, lavándome la cara. Reconozco que, además de tener ganas de matar a ese tío, me da miedo que aparezca. Me miro al espejo. Es ese empeño que tengo por meterme en líos… sin querer, porque no quiero… pero siento una inexplicable obligación por hacer esto.

-Per… perdona… no sabía que estabas aquí.

Vero se queda quieta en la puerta. He olvidado cerrar el baño. Afortunadamente no estoy haciendo nada, sólo mirándome al espejo.

-No te preocupes, ya he terminado – sonrío cortésmente – pasa…

-Eh… espera Álex – me impide salir – quería… - carraspea nerviosa – quería disculparme del todo contigo.

-Otra igual… - resoplo sin querer - No tienes por qué hacerlo… - intento restarle importancia –

-Si tengo por qué… - Vero insiste – no tenía que haber desconfiado de ti ni haberte tratado de esa manera…

-Vero… déjalo anda… - pongo cara de no querer continuar esa conversación –

-Por qué te vas a quedar? – pregunta de repente, mirándome como analizándome –

-Eh… - suspiro – porque tengo tantas ganas como tú de encontrarme con ese tío y partirle la cara – contesto sincero –

-Por algo más? – pregunta, pero no logro entender por donde va – hace años que no ves a Malú y, de repente, apareces y te quedas a intentar solucionar un problema suyo

-Tienes alma de detective eh? – digo con tono suave, incluso sonriendo – simplemente no estaría tranquilo en mi casa… - suspiro – además, le he visto la cara a ese tío… sé quién es…

-Sabes? – pone la mano en mi hombro un instante – me alegro de que te quedes la verdad… - me quedo con cara de póker – al final vas a ser buen tío…

-Es posible… - contesto irónico –

Dejo a Vero entrar al baño y me dirijo de nuevo al salón. Allí ya hay varios colchones esparcidos por el suelo. Así que vamos a dormir aquí? Todos? Pues genial, ahora si que me siento fuera de lugar.

-Bueno, pues esto ya está… - dice Pepi soltando un montón de sábanas sobre uno de los colchones –

-Tipo acampada eh? – dice su hermano - Te acuerdas Álex?

CAPÍTULO 20: Donde no llegue la razón

1990.

-He dicho que Malú juega con nosotros

-Una mierda! Las chicas no juegan al fútbol

-A partir de ahora sí – respondo seguro –

Me da miedo que le hagan daño. Es como mi hermana y va a jugar conmigo si yo quiero. Y me da igual lo que digan los tontos de mi clase.

-Álex, ya juego con mis amigas…

-Que no, he dicho que Malú juega y juega. Y las demás también.

Al final, todos agachan la cabeza y consigo que Malú juegue con nosotros. Y el resto de las chicas que quieran. Por qué tienen que jugar a otra cosa en vez de jugar todos juntos?


2010.

Llevo toda la tarde en casa de Malú. No me quiero ir a casa. Me da miedo irme realmente. Aunque esté acompañada, he descubierto que sigo teniendo ese sentimiento de protección hacia ella que tenía cuando éramos pequeños. Sé que en algún momento me tendré que ir, pero he estado demasiado ocupado esta tarde calmando a su madre. 

Pepi es de esas personas que exageran todo, lo bueno y lo malo, y eso es precisamente lo que le hace especial. Pero en esto no está exagerando, quizá perdiendo el control, pero no exagerando. Me parece absolutamente normal que esté atacada. Un hombre ha provocado que su hija tenga un accidente y anda suelto por ahí. Y encima estaba obsesionado con ella.

Lo que me reconcome por dentro es que lo tuve delante y se escapó. Se metió en el coche y huyó, y yo no pude detenerle. Todo habría acabado si hubiera podido hacerlo.

Pepe se ha unido esta tarde a nosotros. Ha venido a ver a su hija y aquí estaba yo, sin saber muy bien si pinto o no pinto algo aquí, contándole mi vida a unas personas que no veo desde hace 12 años. Todo para intentar no pensar en el lío en el que están metidos con todo esto. Su hermano se ha ido esta tarde pero volvería por la noche, creo que han acordado dormir todos aquí hoy, para no dejar sola a Pepi con Malú.

Anochece pronto, todavía no han cambiado la hora aunque no falta mucho. A las 8 ya es de noche, y yo debo ir pensando en irme. Lo tengo pensado cuando, de repente, se escucha un ruido en el piso de arriba. Algo como cristales rotos… estoy seguro. Nos miramos todos con caras de circunstancias.

-Qué ha sido eso? – pregunta Malú con cara de pánico –

-Quedaos aquí – digo de manera segura mientras me dirijo hacia la puerta del salón –

-Tú solo no vas – dice Pepe poniéndose a mi altura –

-Ni hablar Pepe – digo contundente –

-Ay dios mío… - su madre se echa a llorar –

-Pepe, quédate con tu hija… - digo a su padre –

-Pero qué dices? Como vas a subir tú solo? – camina hacia la puerta –

-Pepe por favor! – grito sin querer – déjame subir a mí, quédate con ellas.

Pepe finalmente me hace caso. En el pasillo, encuentro la escoba y la cojo entre mis manos. Me siento gilipollas con una escoba como arma defensiva. Subo al piso de arriba algo temeroso, con el corazón a mil sabiendo que puedo encontrarme con algo que no me guste. Entro primero a la que creo que es la habitación de Malú, puesto que hay una cama amplia y varias fotos de ella con amigos y familia. Detecto en seguida la razón del golpe. Una piedra de dimensiones considerables se encuentra en el suelo, con trozos de cristales. 

Miro a la ventana. Ha entrado por ahí. Corro instintivamente hacia ella y, a lo lejos, veo a alguien correr. Salgo como alma que lleva el diablo, escaleras abajo, mientras veo salir del salón a Vero.

-Qué pasa? – pregunta mientras salgo por la puerta –

-Llama a la policía! – grito mientras corro hacia la verja para salir detrás de él –


Corro todo lo que puedo en la dirección hacia donde he visto que alguien corría. Ni siquiera sé si era él, no lo podía distinguir a tanta distancia. Llego a un cruce con varias opciones que elegir. Mierda, lo he perdido.

-Joder! – exclamo frustrado –

-Álex! – aparece Vero corriendo, llegando a mi altura – qué pasa?

-Era él! – digo señalando a la carretera – joder, era él! – me apoyo en un coche, agotado no ya por la carrera que me he pegado, sino por la frustración que me provoca – hay que llamar a la policía.

-Pepe les estaba llamando… he salido detrás de ti por si… - la miro y se calla – no sé por qué he salido detrás de ti sinceramente…

Sonrío un segundo para quedarme serio de nuevo. Estará loca, pero es buena amiga, o eso me parece.

Volvemos caminando hacia la puerta de la casa. La rabia me puede, me consume. Me imagino la cara de Malú, completamente asustada, cuando sepa que él ha estado aquí y se ha escapado.

-Vienen ya – dice Pepe cuando nos ve entrar por la puerta –

-Pero qué ha pasado? – grita Malú desde el sofá – joder! – escucho como se pone a llorar –

-Dónde vas? – pregunta Vero al verme subir las escaleras –

No contesto. Vuelvo a entrar en la habitación y recojo la piedra del suelo. Me había parecido que tenía algo enganchado. Efectivamente, es un papel arrugado. Lo cojo y me quedo blanco al leer lo que pone. Definitivamente, no me voy de esta casa hoy. 

CAPÍTULO 19: El peligro

1996.

-Y como han podido entrar a robar en tu casa? – pregunta sorprendido –

-Yo que sé… - contesto desganada – el caso es que mi madre está asustada…

-Lo entiendo… pero no te preocupes… se le pasará… - contesta comprensivo –

-Yo también estoy asustada… - confieso aguantando las lágrimas –

-Oye… - se sienta a mi lado – vamos… no llores… - rompo a llorar sin querer – Malú, no va a pasar nada…

-Cómo lo sabes? – pregunto sollozando –

-Porque lo sé… - responde seguro – nadie va a hacerte daño…


2010.

-La policía dice que han ido a casa del tío ese… pero no hay ni rastro… - dice mi hermano –

-Genial entonces… - respondo irónica –

Caí en la cuenta. Quizá un poco tarde. La única persona que quizá podría tener algo contra mí es Marcos… No se ni cómo describirlo. No éramos pareja. Quizá para evitar la soledad, me empeñé en imaginarme que estaba enamorada de él… pero no éramos nada y lo metí en mi casa porque yo soy así de gilipollas. Nos acostábamos de vez en cuando, cuando él dormía aquí. Así llevábamos un par de meses, pero, sinceramente, no le soportaba en muchas ocasiones. Sobre todo cuando hacía algún desprecio a mis perros que él pensaba que era sutil, pero no lo era. La gota que colmó el vaso fue cuando dejó que Danka desapareciera hace unos días. Le llamé absolutamente de todo y lo eché de casa. Es un hombre de 35 años, que conocí de casualidad hace unos meses. No me lo presentó nadie, simplemente se presentó él. A raíz de ese día, me lo encontraba prácticamente a diario. Al principio era muy amable, con un carácter muy agradable. Pero luego parecía ser muy posesivo en algunas ocasiones y, en otras, de repente desaparecía un par de días y volvía diciéndome que lo sentía, que estaba liado con otras cosas. Drogas sin duda. O al menos eso me parecía a mí. Estaba convencida con quitármelo de encima pero, cuando pensaba en esa sensación de soledad otra vez, me echaba para atrás.

Recuerdo que cuando le eché de casa me dijo una frase que, en un principio me pareció una chorrada, pero que ahora tendría todo el sentido. “No te vas a librar de mí”. Y la descripción que dio Alex coincide con él. Me asusta si pienso que él ha sido el que ha provocado mi accidente. La verdad es que cada vez estoy más asustada, aunque disimulo muy bien delante de mi familia. No quiero que se preocupen más de lo que ya están.

-Voy yo – dice mi madre al escuchar el timbre – ay hijo mío, menos mal que estás aquí. – exclama mi madre y me hace poner los ojos en blanco – pasa, ay dios mío…

-Qué pasa? – pregunta Álex un tanto asustado al entrar al salón –

-Hola – le saluda Vero, de manera seria –

-Hola – responde él todavía con cara de preocupación –

-Pues que ya sabemos quién le ha hecho esto a mi hija… - mi madre a veces habla como si yo no estuviera delante –

-Mamá, quita el tono dramático por favor… - le imploro –

-Pero cómo puede ser que le restes importancia a esto? – coge la foto de encima de la mesa que le he enseñado a la policía – es este el chico que viste salir del coche Álex?

Veo su cara. Está totalmente fuera de juego. Cómo es posible que en esta casa no pueda mantener una conversación normal? Mi madre lo llena todo de drama en cuanto puede y está dejando a Álex a cuadros. Y encima le dije que no iba a haber tanta gente en mi casa... pues menos mal. 

-Le conoces? – responde mirándome y me hace ruborizarme un poco al sentirme mal –

-Era un novio de mi hija

-Que no era mi novio joder! – exclamo indignada – cuántas veces lo tendré que repetir?

-Cálmate hermanita – me dice Jose –

-Que me calme? Lleva toda la mañana taladrándome la cabeza como si fuera una niña pequeña… - digo alzando el tono de voz – qué culpa tengo yo de que ese hombre esté loco?

-Es él sin duda… - responde Álex con gesto serio –

-Estás seguro? – pregunta Vero, aunque creo que sin ninguna intención –

-Si – detecto que intenta no hablarle mal a Vero, aunque supongo que le apetecía contestarle – es él.

-Ay madre mía… - mi madre se echa las manos a la cabeza –

-No te ha llamado la policía Álex? – pregunta mi hermano –

-No… no que yo sepa…

-Ay dios mío, como venga a hacerle algo yo no sé qué va a pasar eh? – grita nerviosa mi madre – ay qué miedo por favor…

-Mamá cállate! – grito cansada –

-Pepi, que no va a pasar nada… - dice Álex con tono tranquilo –

-Bueno, mamá… - le hago un gesto para que sepa que es momento de llevarse a Vero y a mi hermano –

Veo como asiente y Álex mira a todos algo extrañado. Vero me lanza una mirada de “ten cuidado” que me hace hasta reirme. Los tres entran en la cocina, dejándonos a Álex y a mi a solas.

-Sigues siendo igual de sutil – dice con media sonrisa, haciéndome sonreir –

-Perdona a mi madre… le encanta el drama… - digo excusándola –

-No es drama Malú… - resopla – me he quedado flipado al ver la foto… - noto como se queda pensativo – estuviste con él?

Noto que, al segundo de hacer la pregunta, se arrepiente. Y yo me pongo colorada como un tomate.

-Es una historia un poco rara… no es importante… - intento desviar el tema –

-No si… no quiero que pienses que soy un cotilla ni nada de eso…
-No pienso eso… - sonrío sin querer – siento mucho lo que pasó el otro día con Vero…

-Madre mía… - se pone la mano en la cara – no me habían pedido perdón tantas veces en tan poco tiempo… - sonríe levemente –

-Ya… pero tengo muchas cosas por las que disculparme contigo… - continúo hablando –

-Malú, por favor… - pone cara de agotamiento –

-Y si no me disculpo, voy a seguir sintiéndome mal… - le miro con cara de pena – vas a dejar que una tullida sufra? – digo de manera graciosa –

-Joder… - susurra riéndose – solo digo que no es necesario… - se sienta en el sofá, junto a mis piernas – tienes unos perros muy cariñosos eh?

Danka, que estaba tumbada al lado de mis piernas, se ha incorporado levemente y comienza a lamerle la mano. Me parece una escena tan tierna… que mi perro se acuerde que Álex fue el que la recogió en la sierra me parece precioso.

-Evitas la conversación… - digo para ponerle nervioso –

-Yo no evito nada Malú… - dice sin mirarme mientras acaricia a Danka –

-Me porté muy mal contigo… - digo con tono apenado –

-Eso ahora no es importante… - sigue sin mirarme –

-Estos días he recordado cosas que no sabía que recordaba… - me mira por fin, extrañado – de cuando éramos pequeños… - digo avergonzada –

-Yo también he recordado cosas… - sonríe tímidamente y vuelve a apartarme la mirada – lo pasábamos bien…


-Mucho… - sonrío – Dios, hay algún remedio para que no me pique la pierna de esta forma? – me revuelvo en el sofá mientras le escucho reírse –


Tras unos segundos de silencio incómodo, suena el timbre de mi casa. No espero a nadie, aunque con las visitas que estoy recibiendo, no me extrañaría que fuese otra más. Mi madre pasa por nuestro lado sin mirarnos y abre la puerta. Escucho como habla con alguien y veo dos policías entrar en mi casa. Me pongo tensa de nuevo.

-Hola, buenos días – me hacen un gesto – ah, está aquí señor Ramírez…

-Alejandro, por favor… - se levanta del sofá –

-Íbamos a llamarle… pero queríamos hablar antes con la señorita Sánchez… bueno, y con ustedes también… - veo que tienen cara de pocos amigos – hemos registrado la casa del sospechoso como ya le dijimos…

-Siéntense por favor… - les ofrece mi madre –

-Bien… tras investigar un poco más, hemos localizado otro piso que tenía alquilado… a las afueras de Madrid… y hemos encontrado algo que nos ha sorprendido bastante…

-A qué se refiere? – pregunta Vero –

-El piso de las afueras era… prácticamente un altar suyo… para que me entienda… - trago saliva – una cantidad indefinida de recortes y fotografías… además de varios escritos un tanto inquietantes sobre usted…

-Sobre mí? – pregunto un tanto asustada –

-Si… mejor se lo omitiremos… pero son amenazas y cosas similares… Creemos que ese hombre estaba obsesionado con usted… por lo que nos contó, se presentó él y nos dijo que, tras ese día, se lo encontraba casi a diario por la calle – asiento – no sabemos hasta qué punto puede intentar algo más… quizá lo que ha ocurrido es que se ha asustado y la deje en paz ante el revuelo que se ha montado…

-Están seguros de que eso va a ser así? – pregunta mi hermano con voz seria –

-No… no estamos seguros… por eso le recomendaría que no esté sola en casa hasta que encontremos algo más…

-Le van a poner protección policial? – pregunta Álex de repente, haciendo que me asuste un poco más si cabe –

-Eso es complicado señor Ramírez… - carraspea – Alejandro quería decir… - hace una pausa – vamos a intentar localizarle… no parece un profesional que sepa cómo no dejar pruebas… de hecho creemos que fue a su casa de las afueras el día del accidente.

-Por qué creen eso? – sigue preguntando Álex –

-Había ropa manchada de sangre… creemos que tuvo alguna herida durante el accidente… nos hemos puesto en contacto con los hospitales de la zona para comprobar si fue o no a alguno de ellos…

-Y el coche? – Vero mira sorprendida a Álex ante tanta pregunta –

-Del coche no hay ni rastro pero con los datos que nos dio, lo encontraremos… - se levanta de la silla – queríamos hablar contigo para que identificaras al sospechoso, te han mostrado la fotografía no? – Álex asiente –

-Es él, estoy seguro. – contesta rotundo –

-Bien… pues… si ven algo, si detectan algo, llámennos… pero, de momento, no se preocupen demasiado…

-Pero como no nos vamos a preocupar? – mi madre alza la voz –

-Entiendan que tenemos que contarles todo lo que vamos recabando… pero lo más prudente es esperar…

-Esperar… - murmura mi madre indignada – esperar a qué? – grita –

-Tranquilízate mamá… - interviene Jose –


La situación, aunque la intente controlar, me supera. No puedo imaginar lo que pasaría si a Marcos se le ocurre hacer algo. Sabrá que no puedo andar? No quiero quedarme sola, pero no quiero poner en peligro a mi gente. Me da miedo, pero no quiero que lo sepan. Aunque imagino que lo suponen, por el pánico que refleja mi cara. 

CAPÍTULO 18: Por no haber escuchado tus ruegos

1992.

-Corre! – grita riéndose mientras corre detrás de mí –

-Como os pille algún día os vais a enterar!! – escuchamos gritar a la señora –

Seguimos corriendo hasta que damos la vuelta a una esquina.

-Jajajajaja! Estaba en pijama! – grita sin parar de reírse –

-Y tu cara? Has puesto esta – me imita con cara de susto –

-Algún día nos pillarán y nos caerá una bronca – digo intentando ponerme serio –

-Y lo divertido que es? – ríe a carcajadas – vamos a tocar a los de aquella calle – señala la calle de enfrente –

-Vale – contesto sonriendo –


2010.

Niego con la cabeza al recordarlo y no puedo evitar sonreir. Malú era una niña que no se metía con nadie… pero le encantaba hacer pillerías de ese tipo. Siempre estaba pensando en cómo divertirse. 

La verdad es que me encantaba jugar con ella de pequeño. La de veces que su madre o la mía nos han echado la bronca por llegar tarde… y todo porque nos quedábamos jugando sin mirar la hora. Suspiro. Qué tiempos aquellos… ojalá pudiera volver a ser niño y no tener que preocuparme de nada, nada más que de divertirme.

Suena mi teléfono. Un número que no reconozco, una vez más. Me siento tan tentado a no cogerlo… no me apetece hablar con nadie en este momento. Pero vuelvo a caer, vuelvo a cogerlo, vuelvo a estar tenso por no saber quién es.

-Si. – contesto seco –

-Eh… Álex? – la voz me suena de nuevo a Vero, la amiga de Malú –

-Otra vez tú? No vas a dejarme en paz? – contesto de manera totalmente borde –

-Eh… - de repente noto que la voz no es la de Vero – soy Malú.

-Qué? – pregunto sorprendido – ah… qué… qué pasa?

-No… perdona… - habla atropelladamente – siento haberte molestado, no… no tenía que haberte llamado.

-No Malú, espera! – grito para que no cuelgue – perdona… - resoplo – pensaba que eras otra persona…

-No pasa nada… - oigo un ligero suspiro – quería disculparme por lo de esta tarde… no hagas caso a Vero… - carraspea – le cuesta mucho reconocer que se ha equivocado.

-Ah… no te preocupes… - digo algo contrariado –

-Quizá le cuesta igual que a mí… - dice sin más – sé que pensarás que estoy loca o algo así pero… - trago saliva, de repente me siento nervioso – es que… sé que no me porté nada bien contigo… y… aunque haga mucho tiempo…

-Malú, eso no tiene importancia ahora… - me apresuro a contestar… me está dando un apuro tremendo esta conversación –

-Déjame acabar porfa… - dice con voz de niña – si no me disculpo en condiciones, no voy a dejar de sentirme tan mal nunca… - suspira y yo espero paciente – estás ahí?

-Si si… estoy aquí…

-Pues eso que… que me gustaría que hablásemos… que… - noto como no sabe muy bien qué decir – que después de todo lo que has hecho por mí, lo mínimo por mi parte es alguna explicación.

-No la necesito Malú… - contesto algo cortado –

-Pero yo necesito dártela… - se apresura a contestar – mañana creo que no habrá tanta gente en mi casa… por qué no te vienes? – suspira – si no tienes nada que hacer claro…

-Eh… bueno… trabajo… - contesto – pero solo trabajo por la mañana…

-Podemos quedar a comer si quieres.

-Vale.

-Vale.

Noto como la conversación se ha transformado en una conversación entre robots. Contesto automáticamente, sin pensarlo. Es imposible negarme.

-Bueno… - acierta a decir – mañana hablamos entonces.

-Si – contesto todavía contrariado –

-Hasta mañana

-Hasta mañana – contesto –


Perfecto. Cuelgo el teléfono y siento que me acabo de meter en un lío. Un lío bastante importante.

CAPÍTULO 17: Cómo te olvido

1997.

-Te gustaría tener hijos?

-Y esa pregunta a qué viene? – contesto riéndome –

-Yo que se… - dice riéndose – a mi sí. – contesta rotunda –

-Espero que decidas esperar un poco… - digo en tono gracioso –

-Idiota… - me da una palmada en el hombro – solo digo que me gustaría formar una familia… no lo has pensado nunca?

-Alguna vez… - arrugo los labios – pero con quince años creo que se piensa a veces en cosas que no tienen sentido.

-Pues para mí tiene todo el sentido… - responde convencida – aunque lo complicado es encontrar con quien formarla.

-Joder tía… hablas como si tuvieras 30 tacos… - digo riéndome –

-Estaré madurando – se alza de hombros – la verdad es que me da miedo no encontrar a nadie y quedarme sola… y no poder tener una familia… - le miro sorprendido – qué? Joder, vale… - se ríe – ya me callo.

-Que no coño – me siento en el césped – mira, si… - me quedo pensativo – si a los… 30 y pico estamos los dos sin pareja, nos casamos y ya está.

-Qué? – responde riéndose – casarnos? – se ríe nerviosa – no puedo casarme con mi mejor amigo…

-La verdad es que… pensar en pequeñas Malús cambiándome el canal de la tele constantemente… - niego con la cabeza - me da una pereza…

-Gilipollas… - me suelta un puñetazo en el hombro mientras se ríe a carcajadas - 


2010.

No sé qué hago aquí realmente. Siento que estoy haciendo el gilipollas… soy un puto retrasado. Por un momento pienso en volver a casa y no llamar a este timbre, pero una extraña fuerza, quizá la conciencia, me hace pulsar el botón. Espero nervioso a la respuesta. Un último intento de mi mente para convencerme de que esto no es buena idea, pero no le hago caso.

-Si? – contesta una voz de mujer –

-Eh… hola… soy… - carraspeo – soy Álex.

-Hostias! – exclaman al otro lado del telefonillo justo antes de abrir la puerta –

Entro al jardín, parece bien cuidado. Cierro la verja todavía pensando que es mi última oportunidad de deshacer esta gilipollez, pero no puedo irme. Definitivamente mi conciencia y algún atisbo de madurez, me convencen para afrontar la situación. Enfrente, tras 3 peldaños de escalera, se abre la puerta de la casa. Ahí está ella, la amiga loca de los cojones que, cuando me ve, agacha la cabeza un tanto avergonzada. Subo los escalones y ella se aparta para dejarme pasar.

-Pensaba que no ibas a venir… - dice sin mirarme –

-Pensabas mal – contesto seco –

-Pasa simpático… - resopla y cierra la puerta – Malú, tu amigo el simpático ha venido – grita pasando por mi lado hacia la puerta de, lo que creo, es el salón –

He podido fijarme que es un dúplex bastante amplio, con un pasillo que lleva al comedor, no demasiado largo, y una decoración que considero… moderna? Bah, no entiendo de esas cosas. Entro al salón y cual es mi sorpresa que me encuentro a Jose y a Pepi, mirando hacia la puerta, hacia mi. Y Malú tumbada en el sofá, incorporándose.

-Hola – digo por decir algo –

-Hijo! Has venido! – Pepi se lanza hacia mí, abrazándome y dándome besos sin parar en la mejilla – ay madre mía… por qué no me cogías el teléfono?

-Eh… lo siento Pepi… - digo sin saber muy bien qué decir – hola Jose

-Hola tío – me extiende su mano para estrecharla –

-Cómo estás? – digo mirando a Malú, que detecto que me mira con cara avergonzada –

Va a contestarme, pero una voz irrumpe en el salón. Una voz demasiado familiar como para no saber, instantáneamente, quién es.

-El pequeño Álex, que ya no es tan pequeño…

Me giro y le veo. El padre de Malú me mira con gesto paternal. Hace 12 años que no le veía, la tele o las revistas no cuentan. Parece alegrarse de verme porque viene hacia mí extendiendo los brazos.

-Pepe… - alcanzo a decir todavía sorprendido –

-Ven aquí hombre… - me agarra para darme un abrazo – joder, has crecido eh? – hace que me ruborice –

No sé qué decir. De repente miles de recuerdos que parecían guardados en una caja con llave, aparecen ante mí. Aquellas tardes tocando la guitarra o viendo el fútbol en su casa. Joder, si era casi como de la familia. Cómo se acabó todo eso tan de repente? Todavía me parece increíble.

-Quieres algo Álex? – dice Pepi con voz un tanto emocionada –

-Eh… no no… tranquila… - digo algo sobrepasado –

Un ladrido me hace asustarme un poco. Miro hacia el sofá y allí veo a Danka, todavía convaleciente, moviendo su preciosa cola mientras me mira. Malú mira a su perra totalmente enternecida y un impulso me hace acercarme al sofá. Acaricio su cabecita mientras suelta grititos, parecen de alegría. Se acordará de mí?

-Se acuerda de ti – dice Malú apretando los labios un tanto emocionada – qué fuerte…

-Qué pasa pequeña? – digo de manera cariñosa mientras acaricio su cara – está muy recuperada no?

-Es de otra pasta… - dice Pepi – como mi hija más o menos…

-Igualita… - dice irónicamente Malú señalándose la pierna escaloyada –

Tras unos segundos, unos sonidos de patas y ladridos se acercan a mí. Dos perros pequeñitos se plantan ante mí, moviendo el rabo a velocidades supersónicas.

-El amigo simpático de los perros… - escucho susurrar a Vero –

-Vero – le recrimina en voz baja Malú, pero decido no mirarlas –

Acaricio a los otros dos perros. Pero cuántos tiene? 101?

-Tienes más animales? – pregunto irónico mirando a Malú –

-El gato… pero ese pasa olímpicamente de todo – se ríe levemente – es rarísimo… no te ladran… y estas dos ladran a todo Dios…

-Oleran a mi perro… - digo restándole importancia –

Alzo la mirada y veo todas los ojos dirigidos hacia mí. De repente me siento tremendamente incómodo. A qué cojones he venido? A ver a Malú no? Ya la he visto. Pues me largo de aquí.

-Bueno… - me levanto del suelo dejando panza arriba a las dos perritas – me tengo que marchar… he venido solo a ver cómo estabas.

-Como que te tienes que marchar? – pregunta Pepi escandalizada – de eso nada hombre, ahora mismo te saco una cervecita y…

-No Pepi… de verdad… - suspiro levemente – vivo por aquí cerca y quería pasar a ver cómo estabas… pero no quiero molestar - miro a Malú que me mira apenada – me alegro de que te hayan dado el alta… - digo sincero – descansar en casa es lo mejor para estas cosas…

-Pero hombre, te vas a ir? Después de estar no se cuántos años sin vernos? – pregunta Pepe poniéndome una mano en el hombro –

-Es que tengo un compromiso… - digo mintiendo –

-Un café por lo menos… - me insiste Pepe –

-Otro día Pepe, de verdad… - asiente resignado – bueno… - estrecho su mano – me alegro mucho de verte…

-Lo mismo digo… - contesta de manera sincera –

-Bueno… - miro hacia Malú que sigue con gesto apenado – descansa y recupérate vale? – mi voz me suena fría hasta a mí, pero no lo puedo evitar –

Pepi vuelve a insistir en que me quede, pero vuelvo a poner la excusa del compromiso. Al final, consigo salir de la casa. Al cerrar la puerta, me quedo unos segundos allí, parado. Los sentimientos que he tenido al verme en una casa con su familia, como hace años, me han removido por dentro. Respiro hondo un par de veces antes de salir de ese jardín y cerrar esa verja. Tengo que procurar no volver a venir a esta casa o me volveré loco.


-Es que ni estando él delante puedes parar… - dice mi hermano –

-Pero tú sabes cómo me habló por teléfono? Simpático no es, desde luego…

-Y cómo quieres que te hable Vero? – mi hermano alza la voz – le acusaste de querer matar a mi hermana… es que me cago en la hostia ya…

-Jose, tranquilízate… - dice mi padre –

-No papá… es que me jode que Álex se haya sentido así de mal por su culpa…

-Por mi culpa? – dice Vero indignada – igual no tiene nada que ver que estuviérais todos mirando como acariciaba a los perros…

-Es que eres la hostia colega… - dice mi hermano indignado – no eres capaz de reconocer cuando te equivocas…

-Que ya le he pedido perdón! Qué más quieres? – grita indignada –

-Ya está bien! – grito desde el sofá – podéis parar de pelearos por favor? – suplico – Vero… no pretenderás que sea simpático contigo después de lo que pasó…

-Pero…

-Que no tienes razón joder! – le corto – ahora mismo me vais a dar su teléfono para que hable con él…

-Encantadísima… - dice dándome su móvil – no soportaría tanta amabilidad de nuevo…

-Me cansas Vero… - digo agotada – no le conoces de nada…

-Ni quiero vamos… - y sigue –

-Seguramente hubieras cambiado de opinión si le hubieras visto cuando tuve el accidente… - digo con toda la intención de hacer que se sienta mal – pero tú prefieres quedarte con que te ha hablado borde pero omites en tu mente que tú le llamaste poco más que asesino…

Se hace un silencio en el salón. Mi madre me mira con cara de darme la razón. Por supuesto que la tengo. Qué comportamiento tan infantil de Vero. Si no fuera mi mejor amiga, ya la habría echado de mi casa. Pero no puedo hacerlo, significa demasiado para mí.

-Vale! – exclama al ver que todos la miramos – si seguramente es un tío genial… pero no hemos tenido feeling… ya está

-Qué raro no tener feeling con una tía que te acusa de ser una asesino eh? – dice mi hermano de manera irónica –


-Bueno ya está tú también no? – recrimino a mi hermano – alguien puede llevarme al baño?

CAPÍTULO 16: Estúpido

1998.

-Estás bien hija? – mi madre se vuelve en el coche hacia el asiento trasero –

-Sí mamá… - miento –

-Lo volverás a ver cariño… - se recuesta en su asiento – ya lo verás…

No estoy convencida de eso. Tengo la sensación que la despedida que acabo de vivir es para siempre. El vértigo me recorre, empiezo una vida que no sé si soy capaz de llevar. Y la carita que se le ha quedado a Álex… por un momento he pensado en que íbamos a besarnos o algo así… como en las películas…
Mi mejor amigo desde pequeña, mi confidente, mi mayor apoyo… todo eso tengo la sensación de que va a desaparecer… y no va a volver nunca.


2010.

-Puedo pasar?

-Mamá… por favor… - suplico desde la camilla – dejadme…

-Hija… - no me hace caso y pasa dentro de la habitación cerrando la puerta – no te viene bien estar sola…

Se hace un silencio mientras mi madre se acerca a la camilla. No puedo más y vuelvo a romper a llorar.

-Malú… - susurra mi madre con voz apenada – no llores cariño…

-No ha sido él mamá… - susurro sollozando – cómo va a haber hecho esto Álex?

-Claro que no cariño… - dice comprensiva – Ya sabes como es Vero…

-Ya sabes como es? – pregunto alzando el tono – Álex no me va a perdonar en la vida… - digo apenada –

-No te preocupes, hablaremos con él…

-Mamá, no va a querer volver a verme… - me tapo la cara intentando no llorar –

Mi madre no dice nada, solo me abraza. Son esos abrazos de mi madre, apareciendo en el momento justo, de la manera exacta, los que me hacen calmarme un poco, en cualquier situación. Incluso en esta.



Suena mi teléfono. Un número que no tengo guardado. Qué poco me gusta que esto pase.

-Si? – contesto desganado –

-Eh… Álex? – escucho una voz femenina al otro lado del teléfono. No me resulta familiar –

-Si, soy yo – contesto de manera seca –

-Eh… verás… - escucho la voz dubitativa de la mujer al teléfono – soy Vero

-Vero? – no tengo ni idea de quién es – qué Vero?

-La amiga de Malú – contesta dando un suspiro –

Hostia, espera. La amiga de Malú llamándome? Esto es ya lo último.

-Vaya… me llamas para acusarme de algún delito? – contesto irónico –

-Joder… - resopla al otro lado del teléfono – llamaba para disculparme

-Ah… - esto si que no me lo esperaba –

-Bueno… que… el otro día me pasé un poco vale? – habla algo nerviosa – lo siento.

-Un poco? – pregunto sorprendido – acusarme de intentar matar a una chica no es “pasarse un poco”… - contesto de manera borde –

-Tú que pasa, que no sabes aceptar una disculpa o qué? – contesta ofendida –

-Encima… - contesto algo molesto – bueno, pues ya está… disculpas aceptadas.

-Disculpas aceptadas? – pregunta sorprendida – y ya está?

-Quieres que te aplauda? – contesto a la defensiva –

-Joder, este chaval es imposible macho… - resopla – te he llamado yo porque no contestabas a Pepi…

-Ya… - es cierto que lleva dos días llamándome… pero no quiero hablar con ella –

-Ella también te llamaba para disculparse… - dice con cierto tono de arrepentimiento –

-Cómo está Malú? – pregunto de repente… la verdad es que moría por hacerlo –

-Malú… - su voz suena algo sorprendida – está bien, le han dado el alta y está en casa…

-Me alegro… - contesto de manera sincera – bueno pues…

-Oye… - me interrumpe – Malú pregunta mucho por ti… - alzo las cejas – está preocupada pero, como comprenderás, no puede ir a buscarte porque no se puede mover… - dice con cierto tono serio, como para hacerme sentir culpable – no le hemos dado tu teléfono por si te molestaba… y… porque… - carraspea – como esto lo he liado yo pues… yo lo tenía que aclarar…

-Pues ya está aclarado – suelto de manera seca –

-Hijo de mi vida… - suspira con aire desesperado – eres super agradable…

-Te repito que, si quieres, te aplaudo… - contesto todavía en tono defensivo –

-Bueno mira – alza la voz un poco – que, si lo consideras correcto, ya que mi amiga no se puede mover y quiere verte, que te pases un día por aquí vale? Te mando la dirección por whatsapp. – voy a hablar pero no me deja – hasta luego simpático.


Y me cuelga la muy colgada de la vida. Joder qué paranoia de chica, la madre que la parió. Analicemos la situación. Malú quiere verme, seguramente para disculparse por todo esto, que, según dice su amiga, lo ha liado ella sola. Eso significa que Malú no pensaba que yo podría estar implicado en su accidente? Bah… me da una pereza tremenda todo este tema. Estos días he pensado mucho y he llegado a la conclusión de que, si segundas partes nunca fueron buenas, terceras ya ni te digo. Estaba convencido de no volver a intentar siquiera tener noticias de Malú, aunque he estado tentado varias veces en llamar a Pepi o cogerle el teléfono para saber cómo estaba. Pero es precisamente la conversación sobre el incidente con la policía el otro día, lo que me daba pereza. Mi móvil vibra y veo el número de Vero de nuevo. Es un whatsapp. Leo una dirección y un “chao simpático” de lo más irónico, hasta me hace gracia. La foto de perfil de Vero me sorprende. Aparece un piececito, de bebe quizás. Será madre? Joder, y eso que más me da? Qué pereza.