2010.
-Familiares de…
Pepi no le deja
terminar. Vuelve a levantarse como un resorte para ir hacia el médico.
-Quiero ver a mi
hija… cómo esta? – pregunta algo desesperada –
-Tranquilos… -
responde al ver como nos acercamos – las pruebas han salido bien… - se escucha
un suspiro generalizado – el tac es normal, ella está mejor y en las pruebas no
hay indicios de lesiones internas.
-Gracias a Dios… -
susurra su madre – podemos verla?
-Si, pero va a
quedarse ingresada en observación…
-Y la pierna? – se
me ocurre preguntar –
-Al final es una
fractura de peroné no complicada… no va a necesitar operación, pero si mucho
reposo y rehabilitación posterior…
Asiento aliviado,
aunque el proceso de recuperación sé perfectamente que no va a ser menor a 3
meses… pero es un mal menor. Está viva y está bien, eso es lo que importa. Veo
como los 3 pasan hacia la puerta y Jose vuelve a girarse hacia mí. He vuelto a
quedarme paralizado, no sé qué cojones hacer. Por una parte, entraría a verla.
Por otra, no me parece adecuado. Y ahí estoy, en mi dilema, hasta que Pepi
decide quitarme todas las dudas.
-Vas a quedarte ahí
parado? – me espeta – ven aquí – se dirige a mí, dándome un fugaz abrazo, y
agarra mi mano para que pase con ella. La situación me sigue pareciendo
surrealista, pero reconozco que lo único que quiero es ver que está bien –
-Es una habitación
individual, así que estará tranquila – dice el médico antes de entrar – puede
quedarse un familiar esta noche con ella – abre la puerta – adelante – se hace
a un lado y yo espero a que pasen los 3 para pasar yo, temeroso, hasta con
vergüenza –
-Hija mía… - exclama
Pepi echándose a llorar –
-Mamá… - escucho
como solloza –
-Me cago en todo
Lula… qué susto nos has dado… - dice la chica que todavía no sé quién es –
estás bien?
-Me duele todo el
cuerpo… - se queja intentando incorporarse –
-Ei ei… sé buena
paciente vale? – dice el médico con voz pausada – nada de moverse… tienes que
estar en reposo…
Malú asiente no muy
convencida. Observo la escena desde la puerta, los tres casi sobre la cama,
colmándola de besos y abrazos, y yo allí, como un pasmarote, siendo observado
de reojo por el médico que debe preguntarse a qué cojones estoy esperando. Jose
se aparta un poco y entonces le veo la cara, una vez más veo su cara después de
haber llegado a pensar que no volvería a hacerlo. Nuestras miradas se cruzan y
su gesto de sorpresa me hace saber que no me esperaba.
-Álex… - susurra –
Se pone a llorar. Se
me parte el alma en pedazos. Me acerco lentamente a la camilla, como si
estuviera siendo empujado por una fuerza lenta pero firme.
-Estás bien? –
pregunto prudente –
No me contesta, solo
alarga su mano para coger la mía y, de nuevo, como en la clínica veterinaria
hace dos días, siento una corriente que me recorre el cuerpo entero, pero esta
vez no quito la mano como si me quemase, al contrario, dejo que me queme y la
aprieto fuerte.
-Qué haces aquí? –
pregunta intentando calmarse –
-Te prometí que no
me iría no? – qué peliculero y qué bonito me ha quedado eso –
-Es verdad… - sonríe
levemente entre lágrimas –
De pronto, me siento
sumamente observado. Por su madre la primera, que está a mi lado imagino que
llorando a lágrima viva. Segundo, por la chica, que me mira con una mezcla de
dulzura e incertidumbre. Y tercero, por Jose, que está a mi lado, en la
cabecera, y que he visto como se enjugaba las lágrimas.
-Al final va a ser verdad lo de guardaespaldas eh tío? – me da una palmadita en el hombro, haciendo que se rompa por un instante la tensión, quitándole hierro al asunto –
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