martes, 27 de octubre de 2015

CAPÍTULO 36: Al rozar mi piel

1996.

-Hola Pepi… venía a ver cómo estaba Malú…

Escucho su voz, hablando con mi madre. Qué vergüenza, en pijama, con estos pelos y esta cara llena de marcas. No es el mejor momento para que venga a verme, pero no puedo evitar que me haga ilusión.

-Pasa hijo… ahí está… - mi madre me sonríe y se dirige a la cocina –

Me mira con cierto gesto de pena. Odio que alguien me mire así, pero a él se lo perdono.

-Qué pasa Lula? Cómo estás? – se sienta a mi lado –

-No! No te acerques que voy a contagiarte! – digo apartándome –

-Malú… - se ríe – yo ya he pasado la varicela… no vas a contagiarme…

Respiro aliviada. El picor que estoy pasando no se lo deseo a nadie, y menos a él.

-Me pica mucho… - digo como si fuera una niña pequeña –

-No te rasques o se quedarán las marcas… - me coge la mano evitando que me la lleve al brazo contralateral – te he traído los deberes de clase…

-No pienso hacer deberes… - digo convencida –

-No te preocupes, te he traído los míos para que te los copies… - sonríe ampliamente… esto si que es un amigo –


2010.

Hoy es el primer día de mi recuperación. La verdad es que el tiempo se ha pasado lento. Mi pierna, aparentemente mucho más delgada que la otra, parece estar medio muerta… como cuando se te duerme un brazo por la noche y te despiertas por el cosquilleo que sientes… y cuando intentas moverlo, tienes que cogerlo con el otro brazo y se te cae en la cara, dándote una hostia. Pues algo así le pasa a esta maldita pierna…

Álex cada día me sorprende más. Recapitulando, rescata a Danka de la sierra, me rescata a mí de Marcos… no solo a mí, sino a Vero y a Valeria… y ayer me compra un predictor (esto todavía me parece increíble) y se queda conmigo a tomarse una cerveza para celebrar que ha salido negativo. Es algo así como una mejor amiga… solo que tiene pene. Y algo de barba. Y unos brazos bastante fuertes. Ay madre, es que de pequeño era guapo, al menos a los ojos de cualquier niña de mi edad, pero ahora está muy bueno, las cosas como son.

Menos mal que ayer logré convencerle de empezar hoy. Mis presagios se cumplieron, me olvidé de depilarme. Qué hubiera pensado si hubiera visto semejante trozo de carne lleno de pelo? Definitivamente, necesito láser. Mucho láser. Una espada láser como la de Star Wars mínimo. Joder, qué exagerada soy, tampoco es para tanto… no tenía tanto pelo, lo normal tras unas semanas sin que esta piel viese la luz del sol. Y anoche, como predijo Álex, me vino la regla. Es la primera vez que me alegro tanto de un hecho tan asqueroso.

Me rasco la pierna con mucha ansia. Deseaba hacerlo desde hace tantas semanas que creo que se me va a quedar como un tic nervioso. Aleluya! Ya no tengo que pincharme esa mierda en la barriga, ya la sangre fluye por mi pierna cual río. Bueno, no tanto, porque apenas puedo ponerme de pie sin parecer un pirata con su pata de palo. Según Álex, mi recuperación va a durar unos 3 meses. Recuerdo su risa cuando puse mi cara de estupefacta, esa que me sale tan bien cuando algo me sorprende. Como cuando Vero me dijo que estaba embarazada. O cuando vi a Valeria por primera vez. O cuando mi hermano me cuenta con quién se ha liado Yago esta vez. Esa cara.

Así que 3 meses… tres meses recibiendo masajes de mi mejor amigo de la infancia, que no lo sé, pero imagino que tiene que dar unos masajes extraordinarios. Extraordinarios? De cojones, para entenderme. Ahí suena el timbre. Me pongo de pie con mi pata de palo, me falta el parche, y abro la puerta. Un sonriente Álex, cargado con varios bultos bastante grandes, pasa hacia el salón cuando me hago a un lado.

-Hoy si o tengo que abrirme otra cerveza como ayer?

-Muy gracioso… - pongo cara de burla – anda, vamos a la habitación donde, se supone, iba a estar mi gimnasio… - pongo los ojos en blanco, bendita idea aquella, que no he llevado a cabo, por supuesto –

-Muy grande… - dice al entrar – aquí puede ir bien la cinta andadora… - dice mirando uno de los rincones –

-Claro… la cinta andadora… - digo irónica –

-Es necesaria para tu recuperación, luego te enseño las que he visto que están mejor de precio – dice como si nada –

Pongo de nuevo esa cara de sorpresa. Espera, ha estado viendo cintas andadoras para mí? Este quien se ha creído que soy? Eva Nasarre?

-Bueno… - extiende una esterilla en el suelo – venga… - da un par de palmaditas sobre ella mientras se arrodilla –

-Muy práctico tumbarme en el suelo conforme estoy… - digo agachándome con cuidado para no caerme –

-No te quejes tanto anda… - dice sonriendo – te explico… hoy vamos a ir con el masaje suave y los movimientos pasivos… - alzo una ceja – cuando digo pasivos, me refiero a que los movimientos los voy a hacer yo…

-Jajajajaja – estallo en una carcajada sin querer –

-Estás bromista hoy eh?… - pone los ojos en blanco – estira la pierna anda…

-Qué llevas ahí? – señalo al bulto más grande de todos –

-Magnetoterapia… - alzo una ceja sin entender nada – un aparato que me ha costado la vida traer de mi casa y que vale una pasta, así que más te vale portarte bien – dice amenazante –

-Qué serio te pones… - digo sonriendo pícaramente –

Me tumbo sobre la esterilla y comienzo a notar sus manos sobre mi pierna. Joder, qué sensación tan rara. Es como si flotara. Como si todos los nervios de mi maltrecha pierna, se activasen a la vez. Suelto un bufido, para nada de disgusto, que no pasa desapercibido para él.

-Todo bien? – dice alzando la mirada –

-Si si… - trago saliva – es que es… raro… - sonrío avergonzada –

-Notas como se va despertando verdad? – dice seguro –

-Exacto… - contesto algo sorprendida –

-Es normal… - sonríe de lado – si te hago daño me lo dices vale?

Asiento sin hablar y cierro los ojos, dispuesta a dejarme llevar por esas sensaciones tan electrizantes.

-Te vas a quedar durmiendo…

Su voz hace que pegue un respingo. Dónde estoy? Le veo mirarme con una medio sonrisa. La vergüenza que me deja, me hace enrojecer. Me he quedado durmiendo? Es eso posible? Me he relajado tanto que me he quedado durmiendo mientras me daba un masaje? Estupendo Malú, otro ridículo más que apuntar a tu ya engrosada lista.

-Se trata de despertar la pierna… - dice intentando no reírse – no de dormirte entera…

-Per… perdona… - balbuceo reincorporándome para terminar de despertarme –

-Daño no te he hecho por lo menos… - sonríe tímidamente –

Ha sido uno de los momentos más bochornosos de mi vida, sin duda alguna. Pero es que el masaje era tan relajante… y hacía tanto tiempo que nadie me daba uno… con lo que a mi me gusta recibirlos. La máquina de… magneto… lo que sea, es extraña. Meto ahí la pierna, envuelta previamente en un líquido espesísimo que, al entrar en contacto con mi piel, se vuelve sólido. Según Álex, es resina o algo así... para mantener una temperatura alta en la zona, pero podría ser perfectamente lava de cualquier volcán de lo que quema. Solo me quedo ahí sentada, con la pierna en alto, mientras se supone que hace efecto. Álex dice que ayudará a terminar de acelerar la cicatrización de mi fractura. Yo lo que digo es que me he aburrido como una ostra durante esos 15 minutos.

Álex es todo un profesional, eso se nota. Es metódico, no deja nada al azar. Lo prepara todo con sumo cuidado, contando milimétricamente los pasos que hay que dar. Es curioso, cuando íbamos al colegio también era así. Los deberes hechos sin tachones, salvo con las matemáticas, que se volvía loco y dejaba el cuaderno como si fuera el de el mismísimo Einstein… Era inteligente, pero además era listo. Lo suficiente para que no le molestasen por ser el que mejores notas sacaba. No era de los macarras de clase, todo lo contrario, pero le respetaban.

Recuerdo como mi madre siempre me decía que no me separase de él en clase, que tomase apuntes como él, que estudiara con él… vamos, que a mi madre le encantaba. Y le sigue encantando, normal por otra parte. Sigue siendo igual de noble que de pequeño. Cuando veía algo que él consideraba injusto, allí que iba a hacerlo saber. Desde bien pequeño, no se conformaba con lo que pasaba, sino que intentaba cambiarlo. Lo que se llama “tener un par de cojones”. Los tenía sin duda, pero solo los usaba cuando algo no le parecía justo, no los usaba por usarlos.

-Bueno qué? Me invitas a una cerveza?


1996.

-Jajajajajaja!

Por una extraña razón, no puedo parar de reirme. Así que esto es ir borracha. Pues mola oye, no está tan mal. Me siento como… desinhinibida. Como si pudiera hacer lo que me diera la gana. No me va a causar ningún trauma.

-Mira qué sonrisilla llevas en la cara… - dice Álex riéndose – vas borracha.

No puedo evitar mirarle con una sonrisa en la cara. Qué guapo es. Qué dices Malú? Álex es tu amigo, no puede ser guapo… es… neutro. Neutro total, no es ni guapo ni feo, ni alto ni bajo… ay dios, que se acerca! Y por qué el corazón me va tan rápido?

-Me das un poco? – señala mi vaso – se me ha terminado… - dice con cara de pillo –

-Y por qué tendría que darte? – digo haciéndome la interesante… no sabía que sabía hacer eso, la verdad –

-Porque… - se acerca a mí – sino… - roza mi brazo con su mano y siento un escalofrío de lo más profundo… qué cojones es esto? – te mataré a cosquillas! – grita –

Automáticamente, me agarra de la cintura y comienza a hacerme cosquillas. No puedo parar de reirme, incluso creo que voy a potar si sigo riéndome… me encanta esto.


2010.

Sonrío. Le gusta tanto la cerveza como a mí. Recuerdo mi primera borrachera, Malibú con piña, con él y con los de clase cuando nos fuimos de viaje de fin de curso. Recuerdo la sensación de desinhibición total, tanto que hasta canté delante de toda la clase. Incluso creo recordar que esa noche sentí cosas que no había sentido nunca. Hasta que nos pillaron los profesores y nos requisaron todo el alcohol. Lógico, qué tendríamos? 14 años?

-Este jardín en verano tiene que ser una pasada… - dice sentándose en una de las hamacas –

-Pues sí, para qué te lo voy a negar… - digo haciéndome la chula – oye… - bebo de mi cerveza – tengo que notar algo distinto? – me mira extrañado – por la sesión digo.

-Malú, no soy Jesucristo... - reprimo una carcajada - una sesión no hace milagros… - sonríe – tardarás unos días en notar progresos…

-Podré andar como antes no? – alza una de sus cejas – quiero decir… que no me quedarán secuelas no?

-Quedará como si no hubiera pasado nada… - dice seguro – en 3 meses estarás corriendo en una cinta durante 1 hora seguida…

-Si hombre! – exclamo – qué manía con la cinta…

-No debería estar bebiendo esto… - dice mirando la cerveza – jajaja – se ríe al ver que le miro con cara extrañada – tengo que entrenar… de hecho… - se mira el reloj – en una hora tendría que estar entrenando…


-Tú cuando descansas? – pregunto de manera graciosa –  

jueves, 22 de octubre de 2015

CAPÍTULO 35: No (2ªparte)

2005.

-Estoy muy nerviosa…

-Cálmate… - intento relajarme – hazte el test y salimos de dudas…

-Y si sale positivo? Qué hacemos? – dice con cara de pánico –

-Pues… - pongo cara de póker y muevo la cabeza – háztelo anda, no adelantemos acontecimientos.

-No podemos tener un hijo ahora Álex… dios! – se lleva las manos a la cabeza – que tengo 23 años!

-Marta, tranquilízate… - resoplo – todo va a ir bien…


2010.

-Cómo? – pregunto sorprendido – estás… estás segura? – digo estupefacto –

-Si estuviera segura no habría dicho creo – me responde borde, dejándome cortado – perdona… - me hace un gesto de disculpa – estoy muy nerviosa…

-Eh… - no sé muy bien qué decir – de cuánto se supone que…

-No lo sé… tengo… - traga saliva – tengo un retraso de unas dos semanas… agggg – gruñe desesperada – qué cojones, tengo un retraso mental…

No puedo evitar sonreír… aunque la situación no es que sea divertida ni mucho menos.

-Y… - carraspeo – quién… - me arrepiento de hacerle esa pregunta – nah, olvídalo…

-Es de Marcos… - responde mirándome con los ojos empañados en lágrimas – no suelo acostarme con varios a la vez… - dice algo molesta –

-No si… si yo no… - intento disculparme – no pretendía ofenderte… - digo cortado –

-Dios… qué… qué hago? – me mira con lágrimas en los ojos –

-A ver… - resopla y se tapa la cara – lo primero que tienes que hacer es confirmarlo… - digo intentando poner un poco de cordura –

-No puedo tener un hijo de ese animal… - dice desesperada – y qué va a pasar? Va a crecer sin padre? – comienza de nuevo a llorar –

-Malú, tranquilízate… - me siento más cerca de ella si cabe – escúchame… - paso un brazo por su espalda para intentar reconfortarla – no adelantes acontecimientos vale? No es seguro… y… a vosotras a veces os pasa… - digo intentando quitarle hierro al asunto – seguro que es un retraso por el estrés que has sufrido estas semanas…

-No me ha pasado nunca… - dice con voz de niña pequeña – no quiero esto… no… no quiero… - dice con voz entrecortada – esto no es lo que yo quería…

-Oye… - resoplo – mira – me levanto del sofá – voy yo mismo a comprarte un test a la farmacia – me mira sorprendida – no vas a estar con este sufrimiento más tiempo…

-Pero…

Intenta hablar pero no lo consigue. Solo se queda mirándome unos segundos, con una mirada que creo que es de agradecimiento, y después, vuelve a llorar.

-Todo va a salir bien vale? – digo agachándome a su altura – vengo en seguida…




Todavía creo que sigo en shock. Yo, en una farmacia, comprando un test de embarazo para Malú. Dónde cojones estará la cámara oculta? No es posible esto… La farmacéutica me mira compadeciéndose. De qué se compadece?

-Suerte – me dice sonriendo entregándome la bolsita –

Suerte? Suerte? A que le quemo la farmacia? Joder… es que… me jode tanto esta situación… me jode tanto por ella… tiene que estar muerta de miedo… lo estoy yo y no es mi hijo, o sea que imagínate ella. Pero tengo que serenarme antes de entrar en su casa. Tengo que quitar esta cara de pánico para no contagiarla más. Respira hondo Álex. Eso es… joder… sonrío sin poder evitarlo… me ha elegido a mí para contármelo… en cuestión de semanas hemos recuperado la relación que teníamos antes… o al menos algo de lo que fue. 

Al entrar en su casa, la cara sigue siendo la misma. Desencajada completamente. Intento tranquilizarla, pero me es casi imposible. Tras dudar unos segundos, seguramente, presa del pánico, comienza a actuar como si fuera una autómata. Muletas en mano, se encierra en el baño, con el predictor por supuesto, y yo espero fuera, como un pasmarote. No sé qué pensar… quizá tengo que pensar sobre esto luego, por la noche, con la almohada… donde suelo reflexionar las cosas importantes. O quizá necesito que llueva y volver a empaparme para pensar con claridad.

1 minuto. Solo ha tardado un minuto en salir con el gesto avergonzado, mirando al suelo, con el predictor en la mano.

-No soy capaz de mirarlo – dice con un hilo de voz –

-A ver… - lo cojo sin mirarlo – hay que esperar 3 minutos Malú… no es instantáneo… - aprieto la mandíbula al ver su cara de acojone – venga, vamos al sofá… estarás más cómoda.

Me hace caso sin rechistar, parece que no es capaz de tomar ni la decisión más sencilla. Se deja caer en el sofá, tirando las muletas al suelo en señal de la rabia que siente en este momento. No me gusta verla así, tan enfadada. Y lo peor no es que esté enfadada con alguien, está enfadada con ella misma… y esa es una de las peores sensaciones que un ser humano puede sentir.

Dejo el predictor sobre la mesa y Malú aparta la vista… parece no querer ni verlo. Suspiro un instante y cruzo los brazos, esperando los 3 minutos de rigor para ver qué desenlace tiene esto.

-Te has hecho uno alguna vez? – pregunta de repente –

-Malú, los hombres no nos quedamos preñados… - digo intentando bromear –

-Ya lo sé… - esboza una pequeña risa – digo que si se lo ha hecho alguien con quien tu…

-Marta… hace muchos años… teníamos… - me quedo pensativo – 23 me parece… y a Marta se le retrasó la regla unas 2 semanas…

-Y qué paso? – pregunta asustada –

-Que salió negativo y esa noche le vino la regla… - digo con cierto aire nostálgico –

-Jajaja – ríe tímidamente –

-Que es exactamente lo que te va a pasar a ti – digo con voz segura, aunque por dentro piense lo contrario – bueno… - miro mi reloj – ya han pasado de sobra los 3 minutos…

-Madre mía… - se deja caer en el sofá, tumbándose, tapándose la cara – no puedo… - dice con cierta congoja –

Ni corto ni perezoso, cojo el predictor, dispuesto a acabar con esto cuanto antes. Lo miro atentamente y respiro aliviado…

-Enhorabuena! – exclamo mientras me mira con cara de pánico - No estás embarazada… - digo con tono paternal –

-Qué? – se quita las manos de la cara mirándome sorprendida – Seguro?

-Hombre… esto tiene un 1% de error… pero es muy fiable…

-No puede ser… - lo cojo con cierto temblor en sus manos – Dios… - suelta un suspiro de alivio –

-Y esta noche… te bajará la regla… - digo sonriendo –

-Idiota… - me pega un manotazo sin dejar de mirar el predictor –

-Bueno… - sonrío tiernamente – pues ya que hemos conseguido quitarnos esto de la cabeza… - me levanto hacia mi mochila – venga, vamos a empezar las sesiones.

-Qué? – se le cambia la cara, ruborizándose – no… no puedo…

-Y ahora por qué no puedes? – Pregunto poniendo mis brazos en jarra –

-Porque… no estoy preparada… - frunce el ceño mirando al suelo –

-Malú, solo van a ser unos masajes y un poco de movimiento que yo voy a hacer… no tienes que hacer nada… - intento restarle importancia –

-Mejor mañana vale? – me mira con cara de niña buena – por favor… - junta sus manos como si fuera una niña vistiendo de angelito –


-Dios… - susurro frustrado esbozando media sonrisa – ahora recuerdo por qué tu madre no te echaba nunca la bronca… 

CAPÍTULO 34: No (1ª parte)

2004.

-No me gusta esa actitud que estás teniendo Malú

Noto la voz de Alejandro completamente fría, serio, pero yo soy más que todo eso. No me asusta, aunque sea él.

-Qué actitud? Debería preguntarte: “oooh, Álex? Mi compañero de clase de la infancia? Qué sorpresa! Qué importante!” – digo irónica –

-No sé qué te está pasando… - dice serio – pero, desde luego, no eres la Malú que yo conozco.

-Hazme un favor Ale… - digo con voz seria – no me vuelvas a nombrar a ese Álex en la vida. No me interesa. Es pasado. Punto. – sentencio –


2010.

No puede ser. Esto no puede estar pasando. Miro de nuevo el calendario… no sé cómo no me he dado cuenta antes. De pronto, como si de una nube negra se tratase, mi mente se oscurece. No puede pasarme esto a mí.

El timbre suena. Miro el reloj. Mierda, está aquí. Había olvidado por completo que hoy comenzaba mi rehabilitación.

-Hola Lula! – entra con alegría a mi casa – preparada para empezar? – mira mi pierna, ya libre de escayola – vaya! Si tienes piernas de humano y todo! – dice riéndose –

-Eh… - balbuceo mientras entra al salón y le sigo caminando con las muletas – Álex, es mejor que lo dejemos para otro día.

Me mira extrañado mientras se quita la mochila.

-Por qué? – pregunta – pasa algo?

-No – miento – no me encuentro bien, eso es todo.

-Te duele algo? – dice preocupado – pensaba que hoy, como te quitaban la escayola, podríamos…

-He dicho que no, vale? – digo alzando la voz –

Me mira atónito al escucharme gritar. Resoplo y miro al suelo. No me apetece hablar. No me apetece contar qué es lo que he descubierto hoy.

-Eh… - sigue mirándome extrañado – vale… no… no pasa nada… - dice cogiendo su mochila – me… me avisas tú cuando… - noto como tartamudea – cuando te encuentres mejor vale?

No le contesto. Solo le miro. Esa mirada ya la he visto antes. Cuando le eché aquella noche de casa. Una mirada de sorpresa absoluta, de no esperarse esto… de decepción. De repente, me siento tremendamente culpable. Noto como se queda quieto, observándome mientras me siento en el sofá. No puedo evitar llevarme las manos a la cara mientras apoyo mis codos en mis rodillas. Escucho los pasos, que, al principio, me parecen alejarse, pero luego noto como se acercan a mí.

-Malú… - le oigo suspirar frustrado - Necesitas algo? – le escucho decir con voz temerosa –

-Dios… - susurro enfadada conmigo misma – perdona… - digo sin mirarle – no tenía que haberte gritado…

-Eh… - balbucea – no… no te preocupes… - dice todavía con voz temerosa –

Se hace el silencio. No escucho que se vaya. Le intuyo ahí, plantado, observándome. Me da vergüenza contárselo. Es vergonzoso. Es algo que no tenía que haber pasado.

-Malú… - noto como se sienta en el sofá, a mi lado – te encuentras bien?

No puedo más. Rompo a llorar. Sin consuelo, sin aliento… sin final. No puedo imaginarme la que se me viene encima. No es justo, no puede pasarme esto ahora.

-Malú… - le escucho decir preocupado mientras pasa su brazo por mi espalda –

No digo nada. Necesito un abrazo. Sin mirarle, me pego a su cuerpo y me agarro a su cintura, posando mi cabeza en su pecho. No puedo parar de llorar. Me rodea con sus brazos sin decir nada, en silencio. Pasa su mano por mi pelo, intentando consolarme, pero no encuentro consuelo posible a este desastre.

-Oye… - dice con tono comprensivo – vamos… deja… deja de llorar Malú… - no contesto –

-No puede estar pasando esto… - digo mientras sigo llorando –

-Vamos… no me asustes… - dice sin dejar de abrazarme – sabes… que puedes contarme lo que quieras no?

-Dios… - exclamo con frustración mientras me aparto de él, volviendo a mi posición de antes –

Escucho como suspira preocupado… no debería contarle esto pero… Dios, es que no puedo contárselo a mi madre… ni a mi hermano… Vero está demasiado ocupada hoy con Valeria… y yo necesito salir de dudas hoy… necesito saber si lo que sospecho es cierto o no…

-Quieres que me vaya? – pregunta temeroso –

-No le cuentes esto a nadie por favor… - suplico intentando dejar de llorar –

-Sabes que no lo haré – responde seguro – qué es lo que pasa Lula?

Le miro sorprendida. Lula… así me llama la gente de mi entorno… y así me llamaba él de pequeña cuando quería mostrarme cariño. Vuelvo a bajar la cabeza.

-Joder… - echo mi pelo hacia atrás… tengo tanto calor en este momento – soy gilipollas, eso es lo que pasa… - noto como me mira atento – esta mañana me he dado cuenta de una cosa… aggg… - me quejo amargamente – por qué no me he dado cuenta antes?

Sigue en silencio. Vero siempre me dice que doy muchos rodeos a las cosas cuando quiero contarlas. Así que voy directa al grano.

-Creo que estoy embarazada.

CAPÍTULO 33: Remendando mis heridas

2004.

-Antes de que se me olvide… - Alejandro coge mi mano, intentando que no me vaya así -

-Ale, tengo prisa… - digo cogiendo el bolso, dispuesta a irme después de la bronca que me acaba de echar –

-Ayer vi a Álex en mi concierto… - se queda expectante mirándome –

-Qué Álex? – digo desganada –

-Álex… tu amigo… - dice frunciendo el ceño – hacía tantos años… - sonríe de forma estúpida - le pregunté si seguíais manteniendo el contacto y…

-Ale… - resoplo – no estoy para tonterías…

-Pero… - se queda sorprendido – Lula, si era tu mejor amigo…

-Tú lo has dicho… - digo agarrando de nuevo mi bolso – era.


2010.

La verdad es que esto se me está haciendo larguísimo… y me siento débil… muy débil… no puedo apoyar el pie ni siquiera con las muletas. Las inyecciones que me pincho en la barriga cada vez me dan más repelús. Más de un día he pensado en no ponérmela… pero luego he leído por internet las consecuencias y no me apetece volver al hospital. Esto va a ser más largo de lo que yo pensaba. Le dije a Álex que viniera hoy para hablar de mi rehabilitación… él aún no lo sabe, pero he pensado que podría ayudarme. Mejor alguien de confianza que un extraño que entre en mi casa y no esté segura de lo que va a contar o no. Aunque he de reconocer que me da muchísima vergüenza que me trate él. Seguro que tiene que hacerme masajes en la pierna. Por dios, qué vergüenza… con la de pelos que tiene que haber ahí cuando me quiten la escayola. Debo acordarme de depilarme justo después de que me la quiten. Que no se te olvide Malú… que no se te olvide.

-Voy a abrir…

Vero está en casa. No sé como va a ser el reencuentro con él después de lo que ocurrió. Cada vez que recuerdo como, por arte de magia, salió de mi cocina y le quitó la pistola a… Pfff… se me ponen los pelos de punta. Vero apenas me ha hablado de él estos días. Creo que está avergonzada por cómo se comportó con él en un principio. Más todavía después de lo que ha pasado. Pero Vero no es de las que le dura la vergüenza eternamente… me da miedo a veces… no se calla una.

-Buenas… - Álex entra en el salón sonriendo – vaya, y esta princesa? – se dirige a mi ahijada… con una dulzura que, hasta ahora, no le había visto – me das un beso cariño? – la niña le mira ensimismada hasta que le enseña una muñeca con la que está jugando – ala! – exclama exageradamente – qué chulo! – la niña sonríe mientras él se agacha – dame un beso anda – pone cara de pena y la niña le planta un sonoro beso en la mejilla –

-Tú eres padre verdad? – dice Vero extrañada por la mano que tiene con la niña –

-Si… - dice levantándose. Le miro extrañada – tengo hijos por todo el mundo… como Julio Iglesias…

Se me escapa una risa breve. Es tan majo que hasta a Vero parece que le sorprende.

-Qué es eso que querías contarme? – dice mirándome –

-Quiere que seas su fisio – suelta Vero sin mirarme –

-Vero! – me quejo –

-Qué? Le ibas a dar mil vueltas… - dice como si nada –

-Quieres que me encargue de tu rehabilitación? – pregunta sorprendido –

-Bueno… - agacho la cabeza un tanto tímida – he pensado que…

-No quiere meter en casa a nadie extraño – vuelve a intervenir Vero mientras juega con su hija –

-Pero tú que eres ahora, mi jefa de prensa? – digo indignada –

-Jajaja – Álex suelta una breve carcajada –

-Si me pagas yo soy hasta la chacha… - se alza de hombros –

-En fin… - pongo los ojos en blanco – no quiero ponerte en un compromiso ni nada de eso… - digo apurada – si estás ocupado…

-Hecho – contesta cortándome –

-Eh… - me deja cortada – en serio? Ya está? – pregunto sorprendida, no parece habérselo pensado mucho -

-Claro… - sonríe – pero soy de los que meten caña, te aviso…

-Uhhhh – Vero pone un tono interesante – eso ha sonado mal

-No puedo con ella… - digo poniendo dramáticamente mi mano sobre mi frente mientras Álex se ríe –

-Oye Álex, tu sabes pinchar? – pregunta como si nada –

-Que se entiende por pinchar? – pregunta sonriendo pícaramente –

-Me mola… - dice Vero – me mola esa ironía… - se levanta y se dirige a la mesa – me refiero a esto

Me tapo la cara agotada. Le enseña una de las jeringuillas que tengo que pincharme en la barriga si no quiero que, de estar sin apenas moverme, se me forme un trombo en la pierna. Que ni siquiera sé lo que es un trombo, pero suena fatal.

-No te las estás poniendo? – me mira sorprendido –

-Si lo estoy haciendo – replico –

-Si, pero hoy dice que pasa… - suelta Vero – y yo la quiero mucho, pero no puedo con las agujas…

-Cómo que pasas? – se dirige a mí con cierto tono de reproche – sabes lo que puede pasarte si no te las pones? – dice indignado –

-Por dios… qué dramático todo… - replico restándole importancia –

-Esto ayuda a que la sangre circule bien, sobre todo por tu pierna, que no la mueves… - coge la jeringuilla – y si no circula bien, se te formara un trombo que, probablemente, se te irá al pulmón y te impedirá respirar.

-Eh… - le miro sorprendida ante la crudeza del dato que me ha dado –

-Suena muy agradable eso que has dicho… - dice Vero –

-Te la pones? – me la enseña –

-Que paso de pincharme! – digo como una niña pequeña – me las pone mi madre, cuando venga se lo diré…

-Esto se pone a la misma hora todos los días… - dice mirándome –

-Que no pienso pincharme en la barriga joder! – replico –

-Pues levántate la camiseta… - dice agachándose a mi lado –

-Qué? – le miro espantada – ni de coña…

-Solo un poco, te pincho rápidamente y listo… - se da la vuelta y coge un algodón, lo impregna en alcohol y me lo enseña – quieres que sea tu fisio?

-Chantaje a la vista… - dice Vero sin mirarnos –

-Agg… - me quejo mientras me subo sutilmente la camiseta – dios, es que tengo la barriga como si me hubieran pegado una paliza… - me refiero a todos los morados que me han salido por las inyecciones –

-Venga… - noto sus manos en mi abdomen y como cogen cuidadosamente una parte de mi piel y siento el pinchazo que me hace arquearme débilmente – ya está… mira qué dramón… - dice irónico –


-Al final me vas a caer bien y todo… - dice Vero sin mirarle – 

miércoles, 14 de octubre de 2015

CAPÍTULO 32: Mi maestro

1998.

-Joder… mira mis pelos… - digo emocionado mirándola – suena genial…

-Este niño… - dice su madre acariciándome la cara – siempre tan expresivo.

-Seguro que os gusta? – dice insegura – no sé… se me hace tan raro escucharme ahí… - señala la minicadena –


-A mi me encanta – digo con voz sincera – tío… que tienes un disco Lula! – digo emocionado – en cuanto salga, me lo compro.

-De eso nada… - coge uno de los discos – para ti.

-En serio? – miro a su madre, que nos mira sonriente – eh, pero fírmamelo coño!

-Esa boca niño! – me reprime Pepi –


2010.

Pff. Cuánto tiempo hacía que no veía este disco? 

Sabía que tenía que tenerlo por alguna parte. Leo la dedicatoria una vez más.
“Para el mejor amigo que tengo y que tendré para siempre”. Qué mona. Menuda sonrisa más tonta se me ha puesto. Aparto el polvo de la carátula y guardo el cd en mi mochila. Esto tengo que enseñárselo a Malú, se va a morir cuando sepa que lo he guardado todos estos años.

Camino hacia su casa. Me siento diferente con ella. La verdad es que a veces es como si no hubiera pasado el tiempo, o, al menos, esa es mi sensación en estos días. Hemos hablado de tantas cosas como hemos podido, incluso su madre se ha unido a rememorar viejos tiempos algunas veces. Se hace raro porque es como si hubiera vuelto a aquella época… como si todo lo que viví en ese momento, pudiera volver a ocurrir.

Malú está mucho mejor, dentro de pocos días le quitarán la escayola, o eso creo. A veces siento el impulso de decirle que yo me hago cargo de su recuperación, pero luego me freno. No se exactamente por qué. Bah, no me necesita, seguro que tiene cientos de fisios dispuestos a trabajar con ella.

-Y eso que me abres tú? – digo sorprendido al verla con las muletas –

-Porque estoy sola – dice sonriendo mientras cojea - me duele el hombro y solo he andado del sofá hasta aquí con las muletas… - dice haciendo visibles gestos de dolor –

-Claro que te duele… tuviste una contusión y ha estado en reposo… - hago que se siente en el sofá para palpar su hombro – has hecho ejercicios de fortalecimiento?

-Eh… - me mira con cara culpable – si los hubiera hecho, los recordaría verdad?

-Eres un puto desastre… - niego con la cabeza – pues tienes que hacerlos… has perdido musculatura…

-Yo no tengo de eso – aprieto en uno de los puntos dolorosos – Au! – se queja y me mira con ojos asesinos –

-Tienes una contractura del copón ahí… - dejo su hombro y me siento a su lado en el sofá – quieres que te prepare una tanda de ejercicios y los haces aquí?

-Luego hablaremos de eso… - me deja extrañado, no sé a qué se refiere – qué tenías que enseñarme?

-Verás… - agarro mi mochila y saco el disco – te dije que lo tenía…

-Hostias… - lo coge entre sus manos – te lo firmé! – asiento sonriente – vaya dedicatoria… - me mira con cara de culpabilidad -

-A mi me ha encantado cuando la he vuelto a leer… - digo sonriente – donde lo puedo poner para escucharlo?

-Qué? Ni hablar… - niega con la cabeza – ni lo sueñes

-Anda mira, en el dvd mismo… - me levanto del sofá –

-Alejandro vuelve aquí – dice intentando levantarse del sofá –

-Alejandro? – me giro sorprendido – así me llamabas de pequeño cuando te cabreabas... incluso con el mismo tono de voz – digo sonriente –

-Dios... - resopla - Pero tío, estás flipando o qué? – veo como saca su vena macarra –

-Mola cuando sacas la macarra que llevabas dentro de niña…

-Me cago en la hostia… - se queja sin poder levantarse del sofá – te parecerá bonito aprovecharte de una tullida…

-Anda calla… - pongo atención al sonido –

-Oh… por favor… - se tapa la cara al escuchar el primer verso de aprendiz –

-Malú, no sé por qué te da tanta vergüenza… - digo riéndome – si está genial…

-No me gusta nada escucharme… - reniega –

Voy pasando las canciones hasta encontrarla. Me río a carcajadas cuando, al sonar la canción que me dijo que le recordaba a mí, se tapa la cara con el cojín del sofá.

-Quítala por favor… - me pone cara de chantaje – por caridad…

-Sabes cuántos años hace que no escucho esta canción? – muevo la cabeza al ritmo de la canción con los ojos cerrados – todas esas cosas eran las que querías decirme?

-Aggg – suelta un gritito – por qué me torturas así? Era una niña! – se excusa – tenía que pensar en cosas que me habían pasado para cantar con sentimiento…

-Es de Alejandro verdad? – asiente todavía tapándose la cara mientras la canción continúa – te costaba confesar que me querías? – digo medio en broma, medio en serio al escuchar ese verso –

-Socorro… - hace un gesto gracioso con la cara y se tumba en el sofá, con el cojín cubriendo su cara –

-Jajajajaja! Es total el haberte conocido Malú – digo siguiendo uno de los versos de la canción –

-Gilipollas! – grita debajo del cojín – No, ahora en serio… - se incorpora intentando aparentar normalidad… aunque puedo apreciar el rubor en sus mejillas – que me recordaba a ti por lo de la distancia y lo de tanto tiempo sin vernos y eso… - carraspea – y deja de mirarme con esa cara!

-Qué cara?

Reconozco que la situación me hace mucha gracia. Verla así, avergonzada pero manteniendo el sentido del humor que siempre le ha caracterizado, es una de las cosas que siempre me han gustado de ella. De repente, de la nada, aparecen en mí unas ganas de abrazarla que hace tiempo que no sentía. Me siento incómodo, muy incómodo. Y con ganas de largarme de allí, a donde sea, pero largarme.

-Por favor… qué voz más absurda… - se estira hasta que consigue coger el mando del dvd – se acabó – la música deja de sonar – ya me has torturado bastante…

El timbre suena mientras la incomodidad ha ido desapareciendo en unos segundos. La sensación apenas ha durado un momento. Ya estoy bien. Insisto en abrir yo la puerta, cuando, al abrirla, me encuentro con alguien que no esperaba. Alguien con quien también compartí parte de mi infancia.   


1997.

-Es que me gustan todas las canciones…

-Ya, pero dime cuál te gusta más hombre…

-Mmmm… - me quedo pensativo – amiga mía – contesto seguro –

-Jajajajaja – Alejandro se ríe mirando a Pepe – no sé por qué, sabía que esa era la que más te gustaba…


-Ah sí? – pongo cara de extrañado – por qué dices eso? – miro hacia Pepe y luego a Malú que mira a los dos sin entender nada –

-Porque sé que te recuerda a alguien… - dice Alejandro sonriendo y mirando hacia Malú – nunca olvides a quién te recuerda - dice en voz baja pegado a mi oído -


2010.

-Alejandro? – pregunta extrañado en la puerta – joder! Si que has cambiado coño! – me suelta una abrazo sin dejarme hablar – ya me habían dicho que igual no te conocía…

-Alejandro… - digo todavía en shock –

-Pues claro tocayo! – se ríe – que soy yo! – cierra la puerta riéndose – ven aquí hombre… - me da otro abrazo, pero no soy capaz de hacer nada – qué haces aquí?

-Eh…

-Quién es? – pregunta Malú desde el salón –

-Lulita! – la llama con cariño – qué pasa hija? – pregunta pasando al salón –

Me quedo parado en la puerta. Miles de recuerdos vienen de nuevo a mi mente. Miles de situaciones, de momentos… la verdad es que no sería capaz de explicar la de cosas que me unen a él. Recuerdo cuando me compré mi primera guitarra. Un día me atreví a llevármela a casa de Malú... y allí estaba él... los primeros acordes que me salieron, las primeras melodías... las primeras notas, fueron con él en esa casa. Desde entonces, llevo una guitarra allá donde voy, quizá ahora la he dejado aparcada... a veces me enfado con ella, suele pasarme cuando no me sale nada. En casa de Malú siempre había una guitarra, fuera de Alejandro, de su tío, de su padre o de su hermano... y yo me aficioné a ella por eso, por ellos, por Alejandro, por Paco... quería saber hacer lo que hacían ellos, pero, si me preguntaban a quién quería parecerme de mayor, yo solía responder que a Alejandro Sanz. 

-Álex? – Malú me mira desde el sillón – estás bien?

-Se ha quedado flipado… - dice Alejandro riéndose mientras entro al salón – pero tío! – exclama levantándose del sillón y viniendo hasta mí – qué ganas tenía de verte hombre… - me da una palmadita en el hombro –

-Eh… - balbuceo – joder… - digo intentando expresar lo que siento –

-Jajajaja! – se ríe – no me jodas que te impone verme…

-Hombre… - digo intentando parecer una persona normal – joder, no me lo esperaba…

-Tenías que haberle avisado… - dice mirando a Malú –

-Ah, que sabías que venía? – digo indignado mirando a Malú –

-Eso por lo de antes… - dice triunfante –


-Coño… - dice Alejandro sonriendo tiernamente – seguís como si no hubiera pasado el tiempo… - nos mira alternativamente –

martes, 13 de octubre de 2015

CAPÍTULO 31: Amigo (2ªparte)

1998.

-Estoy muy asustada… - no para de mover las manos –

-Respira hondo… - contesto –

-Mira, no me cuentes otra vez la historia esa de los 5 segundos – dice desesperada, haciéndome reir – has visto toda la gente que hay ahí afuera?

-Si… y están deseando verte… - digo sonriendo – así que sonríe y canta como sabes… lo vas a hacer muy bien… - agarro su cara cuidadosamente entre mis manos y dejo un beso en su frente – te veo fuera eh? – le señalo con el dedo mientras camino de vuelta –


2010.

-Como puedes acordarte de eso? – se tapa la cara, avergonzada –

-Joder! Si fue un acontecimiento total! – me río – tú, en Sevilla, ante miles de personas… y yo en el público, con mis padres, diciendo: “es mi amiga!”

-Jajajajajaja – estalla en una carcajada – idiota… - sonríe – todavía me acuerdo cuando escuchaste el disco antes de que saliera…

-Yo también me acuerdo… - río – en tu casa, con tus padres, tu hermano, Alejandro Sanz y tu abuela… y tu abuela diciendo todo el rato “ay mi niña, cómo canta…”

-Jajajajaja! – vuelve a reírse – ya ves… estabas allí… - niega con la cabeza – qué canción era la que te gustaba mucho?

-Aparte de aprendiz? – digo riéndome – donde quiera que estés – digo seguro –

-Esa! – exclama dando una palmada – qué fuerte… - se tumba en el césped – cada vez que la cantaba, me acordaba de ti… - pone una cara rara nada más decir eso… como si lo hubiera dicho sin pensar –

-Ah si? – digo sonriendo – la voy a tener que volver a escuchar…

-Cuando no esté delante, por favor… - me suplica con desgana – qué voz de cría tenía ahí…

-Es que eras una cría… - digo comprensivo – joder… se está agustito aquí eh? – me tumbo a su lado, en el césped – con el chaparrón que cayó ayer…

-Qué tal tus padres? – pregunta interesada, mirando al cielo –

-Bien… - contesto – siguen igual… con más canas y arrugas…

-Se hacen mayores eh? – asiento – y tus hermanos? Antonio, el mayor?

-Vive en Cádiz… se quedó allí… - me mira con un ojo guiñado por el sol – las gaditanas, que tiran mucho… - se ríe tímidamente – mi hermana… - resoplo – si la vieras, no la conoces… - sonrío – tiene 20 tacos…

-Joder… - exclama – cómo pasa el tiempo… - se acomoda en el césped – y tus abuelos?

-Allí arriba – señalo con la cabeza al cielo sonriendo amargamente - Mi abuela María murió hace un año…

-Jo… - se muestra apenada – lo siento mucho…

-Cuando estudié en Cádiz, viví con ella… los 3 años… - sonrío melancólico – fue genial… - carraspeo intentando contener la emoción – y los tuyos?

-Allí arriba también… - contesta – supongo que es ley de vida…

-Eso parece… - contesto apenado – sabes? Te acuerdas de Toni, el de clase?

-Antoñito? – pregunta sorprendida – claro que me acuerdo… nos tiraba los trastos a todas cada vez que podía…

-Jajajajajaja – me río sin querer – vive aquí cerca… - me mira alzando una ceja – te organizo una cita con él? – digo de broma –

-Ni de coña… - me apunta con el dedo –

-Le tiraba los trastos a todo lo que se movía… - río – en Cádiz era una locura…

-En Cádiz? – me mira sorprendida – vivió allí?

-Si… estudiamos juntos… - digo mirando al cielo –

-Vaya… - dice algo sorprendida – vives solo? – dice mirándome –

-No… - contesto sonriendo – vivo con Rex… - pone los ojos en blanco –

-No me refería a eso… - dice algo tímida –

-No vivo con nadie… - sonrío sin mirarla - soltero y sin hijos… más solo que la una… - noto como me mira – hace unos meses dejé a mi novia… - alzo las manos – bueno, si eso podía llamarse novia claro… - la miro y me mira con las cejas alzadas – podía colgar todos los abrigos del corte inglés en mi cabeza…

-Jajajajajaja – ríe un segundo pero deja de hacerlo cuando la miro – perdona… no me reía de ti… me ha hecho gracia la comparación…

-La verdad es que tiene gracia… - digo riéndome – me quité un peso de encima que ni te lo imaginas…

-Si… si me lo imagino… - dice dejando entrever que también ella ha sido un perchero en toda regla – y haces algo más aparte de trabajar? – le miro extrañado – me refiero a… si haces deporte… o algo así…

-Si… - me río – sigo jugando al fútbol… - suspiro – en un equipo de tercera, de aquí de Madrid… vamos los primeros… - me mira sonriendo – este fin de semana jugamos en casa… pero toda esta semana no he entrenado, así que no creo que juegue…

-Te gustaba mucho… - dice como recordando - 

-Si… - la miro – y tú, haces deporte?

-Siempre he sido muy patosa, me imagino que te acuerdas… - confiesa, haciéndome sonreir – a veces salgo a correr, pero soy muy perezosa… - suspira – la verdad es que me cuido poco…

-Si eres perezosa, lo mejor es un gimnasio en casa… - me mira – yo lo tengo… también soy perezoso…

-Pero tú entrenas…

-En tercera no se entrena como en primera Malú… - sonrío – todos trabajamos en otra cosa, algunos tienen hijos… es complicado.

-Qué? Disfrutando del solecito?


La voz de su madre irrumpe en el jardín. No he escuchado la puerta de su casa, quizá porque estaba demasiado concentrado en la conversación que estábamos teniendo. Ha sido como ponernos al día rápidamente. Y, sinceramente, me ha encantado. Ahora siento que estoy más en paz conmigo mismo… como si hubiera cerrado alguna herida extraña, que no dolía, pero me impedía seguir adelante. Y si, yo tenía razón. Sigue siendo la misma persona.