1996.
-Au, me duele… - me
quejo amargamente –
-No muevas la
pierna… - veo como abre los ojos y los cierra apretando la mandíbula – ya verás
como no es nada…
-Menuda hostia te
has metido tía… - comenta una de mis amigas mirando a Álex –
-Esto te va a
escocer un poquito… - me advierte justo antes de pegar el algodón en mi rodilla
–
-Ahhhh! – grito
apartando la pierna –
-Solo es un momento,
mira… - noto como me sopla en la herida – ves? Ya está… ya no escuece…
-Au… - me quejo
sollozando – qué caída más tonta…
-Ibas muy rápido con
la bici… - me recrimina con voz dulce – pero no es nada, es solo un roce… - le
observo sacar de su mochila una caja de tiritas –
-Tú por qué llevas
todo eso en la mochila? – pregunto extrañada –
-Porque sé lo patosa
que eres… - escucho las leves risitas de mis amigas – es broma… es mi madre, ya
sabes como es…
-Y a ti no te daba
miedo la sangre? – pregunto al recordarlo –
-La tuya no… - me
mira y me guiña un ojo – ya está… solucionado… ahora descansa un rato y
volvemos a casa…
2010.
Qué curiosa es la
mente humana. No recordaba prácticamente nada de aquella época hasta hace poco.
Ahora recuerdo cosas con todo lujo de detalles. Cómo esa vez que nos fuimos con
la bici a la montaña con unos amigos, teníamos apenas 14 años, y me caí de la
manera más tonta. Qué patosa he sido siempre dios mio… si me esfuerzo, puedo
hasta recordar el sonido de la bici de Álex frenar y caer al suelo mientras él
salía corriendo hacia mí. Qué bueno era conmigo. Y, a pesar de mi mezquindad,
sigue siéndolo. A pesar de que, hasta hace 2 días, no habíamos cruzado una
palabra desde hace años. A pesar de que ni siquiera le miré el otro día después
de haber rescatado a mi Danka. A pesar de todo eso, me ocurre algo como esto y
quién está para ayudarme? Álex.
-Hija te encuentras
bien?
-Eh? – pregunto
desubicada – si si… - mi madre me mira con gesto preocupado –
-Estás como…
pensativa…
-Ya lo sé… - sonrío
de medio lado – mírame, soy una momia… - mi madre pone los ojos en blanco – me
podía haber matado, pero, a cambio, tengo una pierna escayolada y un brazo en
cabestrillo…
-Quieres dejar de
quejarte? – dice mi madre casi enfadada – con el susto que nos has dado…
-Mamá, no te enfades
anda…
-Ay cariño… -
suspira – si no me enfado… si no hago otra cosa que darle gracias a Dios por
que estés viva… - mi madre siempre tan intensa –
-Mamá… que ya hemos
llorado bastante… - digo chasqueando la lengua incómoda –
-Se puede?
Miro hacia la puerta
y le veo asomándose levemente, sin entrar. Mi madre se levanta corriendo, como
si hubiera visto al mismísimo Dios.
-Hijo! – exclama
abriéndole la puerta y comiéndoselo a besos – pasa… estás empapado!
-Un poco… - sonríe
tímidamente – es que está lloviendo y no había mucho aparcamiento… - le observo
y lleva algo en las manos, detrás de su espalda – pero mira, así las he traído
más frescas…
Gira sus brazos y
saca un ramo de rosas blancas… mis favoritas… cómo se acuerda de eso? Si
tuviera mis dos brazos en condiciones, me taparía la cara hasta desaparecer. Y
si tuviera mis dos piernas en condiciones, saldría corriendo como alma que
lleva el diablo. Qué vergüenza me está dando esta situación.
-Ay qué preciosas!!
Y cómo huelen! – mi madre me muestra el ramo – qué detallista eres hijo mío…
Y dale con llamarle
hijo. Qué manía tenía mi madre con llamarle así. Quizá lo llamaba así porque
pasaba más tiempo en mi casa que en la suya… qué ramo más bonito oye… y ese
olor… me da tan buenas sensaciones. Es curioso como un detalle así, tan simple,
puede alegrarte una mañana.
-Como estas? –
pregunta plantado, algo avergonzado, frente a la cama –
-Eh… bien… mejor… -
contesto algo cortada –
-Pero quítate la
chaqueta hombre, que estás empapado! – exclama mi madre –
Álex se quita la
chaqueta con gesto todavía avergonzado. Caray… si que le han sentado bien los
años. Y la chaqueta le sienta muy bien. Y el pantalón vaquero. Y esa
camiseta medio ajustada de color negro. Joder… qué amigos tenía de pequeña… qué lástima.
-Bueno… - carraspea
– venía a ver como habías pasado la noche… bien?
-Si… - contesto de
manera escueta –
-Ha descansado
mucho… - prosigue mi madre –
-Hola familia!
Vero hace una
entrada triunfal en mi habitación, portando otro ramo de rosas blancas. Se
queda cortadísima al ver a Álex allí, que sonríe tímidamente con las manos en
los bolsillos. El gesto de Vero me hace notar que algo no le gusta. Ni siquiera
le vuelve a mirar, ni siquiera le saluda, directamente se dirige a mí.
-Vaya, se me han
adelantado no? – mira de reojo hacia Álex –
-Esto de que todo el
mundo sepa cuál es mi flor favorita… - digo de manera graciosa –
Se hace un silencio
algo incómodo. No sé por qué, pero detecto algo en Vero que no me convence.
Frunce el ceño varias veces mirándome.
-Eh… bueno… voy a… -
escucho a Álex tartamudear – a por agua, queréis algo?
Al ver nuestro no
por respuesta, Álex sale con gesto algo contrariado de la habitación. Me quedo
con cara de póker al ver la cara seria de Vero.
-Qué hace éste aquí?
– dice de manera despectiva –
-Cómo que éste? –
exclama mi madre – pero si es Álex… si no es por él…
-Ay Pepi, no seas
ingenua… - hace un gesto de reprobación –
-Qué te pasa Vero? –
pregunto algo extrañada –
-He hablado con la
policía… - se sienta en la camilla – quieren ver su coche, por si tiene algún
roce o algo así…
-Cómo que algún
roce? – intento incorporarme un poco –
-No ves extraño que
justo coincidierais en la misma carretera al mismo tiempo? – pregunta como si
ella lo tuviera claro – dime, lo has pensado?
-Qué estás
insinuando? – pregunta mi madre algo molesta –
-Ay Pepi, que no lo
sé… pero no me cuadra esa manera que ha tenido de… “acoplarse” – hace un gesto
con las manos como poniendo comillas – a tu familia… - niega con la cabeza –
ayer por ejemplo, entró a la sala con el médico… y preguntó cosas, y consoló a
Jose… - vuelve a negar con la cabeza – no me cuadra…
-Pero si Álex es
amigo de la familia… Vero por Dios… - hace gesto con las manos de desaprobación
–
-Amigo de la
familia? Pero si lleváis 12 años sin veros… - resopla – yo no le conozco… pero
qué persona lleva 12 años sin ver a alguien y, de repente, entra a hablar con
el médico, trae flores, se queda aquí hasta las 12 de la noche como ayer… -
niega con la mano – demasiado servicial…
-Vero… Álex no…
-Malú… - me corta –
tu no viste qué coche hizo esto… y quizá él estaba algo molesto y se le fue la
pinza… y te siguió… y…
-Vero! – exclama mi
madre cortándola – no sigas por ahí que esto no lo ha hecho Álex…
-No? – pregunta
irónica – y por qué la policía quiere ver su coche? – mi madre se queda muda –
quizá tienen sospechas… es muy raro todo nena… no se…
-Oye… qué pasa que
la policía está hablando con Álex en el pasillo? – mi hermano entra de repente
a la habitación – han pillado al cabrón del otro coche?
-Ves? – dice Vero
mirándome – ha sido él…
-Quién? – pregunta
mi hermano contrariado –
Les miro a todos
alternativamente. Cómo va a ser Álex el del otro coche? No es posible, él nunca
me haría algo así… aunque me he portado tan mal con el… es cierto que la
policía me preguntó anoche si había tenido problemas con alguien… pero él?
Además, no le vi la cara pero juraría que el que conducía no era él. Claro que
no!
-Que se lo llevan! –
exclama Vero desde la puerta – qué fuerte…
-Se lo llevarán para
tomarle declaración de nuevo Vero… habrán encontrado pistas o…
-No seas ingenuo
Jose – le corta Vero – seguro que han visto que en su coche hay pintura del de
Malú o algo así… no es eso lo que buscan cuando hay casos de estos?
-Vero… has visto
demasiado CSI – dice mi hermano restándole importancia –
-Pues yo me quiero
enterar… - Vero sale de la habitación, con mi hermano intentando que no lo haga
–
Mi madre se queda sentada en el sillón, completamente muda, y yo no sé qué decir. Cómo va a ser él el que me ha hecho esto? No es posible… no es lógico… Álex nunca ha sido así…
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