miércoles, 30 de septiembre de 2015

CAPÍTULO 19: El peligro

1996.

-Y como han podido entrar a robar en tu casa? – pregunta sorprendido –

-Yo que sé… - contesto desganada – el caso es que mi madre está asustada…

-Lo entiendo… pero no te preocupes… se le pasará… - contesta comprensivo –

-Yo también estoy asustada… - confieso aguantando las lágrimas –

-Oye… - se sienta a mi lado – vamos… no llores… - rompo a llorar sin querer – Malú, no va a pasar nada…

-Cómo lo sabes? – pregunto sollozando –

-Porque lo sé… - responde seguro – nadie va a hacerte daño…


2010.

-La policía dice que han ido a casa del tío ese… pero no hay ni rastro… - dice mi hermano –

-Genial entonces… - respondo irónica –

Caí en la cuenta. Quizá un poco tarde. La única persona que quizá podría tener algo contra mí es Marcos… No se ni cómo describirlo. No éramos pareja. Quizá para evitar la soledad, me empeñé en imaginarme que estaba enamorada de él… pero no éramos nada y lo metí en mi casa porque yo soy así de gilipollas. Nos acostábamos de vez en cuando, cuando él dormía aquí. Así llevábamos un par de meses, pero, sinceramente, no le soportaba en muchas ocasiones. Sobre todo cuando hacía algún desprecio a mis perros que él pensaba que era sutil, pero no lo era. La gota que colmó el vaso fue cuando dejó que Danka desapareciera hace unos días. Le llamé absolutamente de todo y lo eché de casa. Es un hombre de 35 años, que conocí de casualidad hace unos meses. No me lo presentó nadie, simplemente se presentó él. A raíz de ese día, me lo encontraba prácticamente a diario. Al principio era muy amable, con un carácter muy agradable. Pero luego parecía ser muy posesivo en algunas ocasiones y, en otras, de repente desaparecía un par de días y volvía diciéndome que lo sentía, que estaba liado con otras cosas. Drogas sin duda. O al menos eso me parecía a mí. Estaba convencida con quitármelo de encima pero, cuando pensaba en esa sensación de soledad otra vez, me echaba para atrás.

Recuerdo que cuando le eché de casa me dijo una frase que, en un principio me pareció una chorrada, pero que ahora tendría todo el sentido. “No te vas a librar de mí”. Y la descripción que dio Alex coincide con él. Me asusta si pienso que él ha sido el que ha provocado mi accidente. La verdad es que cada vez estoy más asustada, aunque disimulo muy bien delante de mi familia. No quiero que se preocupen más de lo que ya están.

-Voy yo – dice mi madre al escuchar el timbre – ay hijo mío, menos mal que estás aquí. – exclama mi madre y me hace poner los ojos en blanco – pasa, ay dios mío…

-Qué pasa? – pregunta Álex un tanto asustado al entrar al salón –

-Hola – le saluda Vero, de manera seria –

-Hola – responde él todavía con cara de preocupación –

-Pues que ya sabemos quién le ha hecho esto a mi hija… - mi madre a veces habla como si yo no estuviera delante –

-Mamá, quita el tono dramático por favor… - le imploro –

-Pero cómo puede ser que le restes importancia a esto? – coge la foto de encima de la mesa que le he enseñado a la policía – es este el chico que viste salir del coche Álex?

Veo su cara. Está totalmente fuera de juego. Cómo es posible que en esta casa no pueda mantener una conversación normal? Mi madre lo llena todo de drama en cuanto puede y está dejando a Álex a cuadros. Y encima le dije que no iba a haber tanta gente en mi casa... pues menos mal. 

-Le conoces? – responde mirándome y me hace ruborizarme un poco al sentirme mal –

-Era un novio de mi hija

-Que no era mi novio joder! – exclamo indignada – cuántas veces lo tendré que repetir?

-Cálmate hermanita – me dice Jose –

-Que me calme? Lleva toda la mañana taladrándome la cabeza como si fuera una niña pequeña… - digo alzando el tono de voz – qué culpa tengo yo de que ese hombre esté loco?

-Es él sin duda… - responde Álex con gesto serio –

-Estás seguro? – pregunta Vero, aunque creo que sin ninguna intención –

-Si – detecto que intenta no hablarle mal a Vero, aunque supongo que le apetecía contestarle – es él.

-Ay madre mía… - mi madre se echa las manos a la cabeza –

-No te ha llamado la policía Álex? – pregunta mi hermano –

-No… no que yo sepa…

-Ay dios mío, como venga a hacerle algo yo no sé qué va a pasar eh? – grita nerviosa mi madre – ay qué miedo por favor…

-Mamá cállate! – grito cansada –

-Pepi, que no va a pasar nada… - dice Álex con tono tranquilo –

-Bueno, mamá… - le hago un gesto para que sepa que es momento de llevarse a Vero y a mi hermano –

Veo como asiente y Álex mira a todos algo extrañado. Vero me lanza una mirada de “ten cuidado” que me hace hasta reirme. Los tres entran en la cocina, dejándonos a Álex y a mi a solas.

-Sigues siendo igual de sutil – dice con media sonrisa, haciéndome sonreir –

-Perdona a mi madre… le encanta el drama… - digo excusándola –

-No es drama Malú… - resopla – me he quedado flipado al ver la foto… - noto como se queda pensativo – estuviste con él?

Noto que, al segundo de hacer la pregunta, se arrepiente. Y yo me pongo colorada como un tomate.

-Es una historia un poco rara… no es importante… - intento desviar el tema –

-No si… no quiero que pienses que soy un cotilla ni nada de eso…
-No pienso eso… - sonrío sin querer – siento mucho lo que pasó el otro día con Vero…

-Madre mía… - se pone la mano en la cara – no me habían pedido perdón tantas veces en tan poco tiempo… - sonríe levemente –

-Ya… pero tengo muchas cosas por las que disculparme contigo… - continúo hablando –

-Malú, por favor… - pone cara de agotamiento –

-Y si no me disculpo, voy a seguir sintiéndome mal… - le miro con cara de pena – vas a dejar que una tullida sufra? – digo de manera graciosa –

-Joder… - susurra riéndose – solo digo que no es necesario… - se sienta en el sofá, junto a mis piernas – tienes unos perros muy cariñosos eh?

Danka, que estaba tumbada al lado de mis piernas, se ha incorporado levemente y comienza a lamerle la mano. Me parece una escena tan tierna… que mi perro se acuerde que Álex fue el que la recogió en la sierra me parece precioso.

-Evitas la conversación… - digo para ponerle nervioso –

-Yo no evito nada Malú… - dice sin mirarme mientras acaricia a Danka –

-Me porté muy mal contigo… - digo con tono apenado –

-Eso ahora no es importante… - sigue sin mirarme –

-Estos días he recordado cosas que no sabía que recordaba… - me mira por fin, extrañado – de cuando éramos pequeños… - digo avergonzada –

-Yo también he recordado cosas… - sonríe tímidamente y vuelve a apartarme la mirada – lo pasábamos bien…


-Mucho… - sonrío – Dios, hay algún remedio para que no me pique la pierna de esta forma? – me revuelvo en el sofá mientras le escucho reírse –


Tras unos segundos de silencio incómodo, suena el timbre de mi casa. No espero a nadie, aunque con las visitas que estoy recibiendo, no me extrañaría que fuese otra más. Mi madre pasa por nuestro lado sin mirarnos y abre la puerta. Escucho como habla con alguien y veo dos policías entrar en mi casa. Me pongo tensa de nuevo.

-Hola, buenos días – me hacen un gesto – ah, está aquí señor Ramírez…

-Alejandro, por favor… - se levanta del sofá –

-Íbamos a llamarle… pero queríamos hablar antes con la señorita Sánchez… bueno, y con ustedes también… - veo que tienen cara de pocos amigos – hemos registrado la casa del sospechoso como ya le dijimos…

-Siéntense por favor… - les ofrece mi madre –

-Bien… tras investigar un poco más, hemos localizado otro piso que tenía alquilado… a las afueras de Madrid… y hemos encontrado algo que nos ha sorprendido bastante…

-A qué se refiere? – pregunta Vero –

-El piso de las afueras era… prácticamente un altar suyo… para que me entienda… - trago saliva – una cantidad indefinida de recortes y fotografías… además de varios escritos un tanto inquietantes sobre usted…

-Sobre mí? – pregunto un tanto asustada –

-Si… mejor se lo omitiremos… pero son amenazas y cosas similares… Creemos que ese hombre estaba obsesionado con usted… por lo que nos contó, se presentó él y nos dijo que, tras ese día, se lo encontraba casi a diario por la calle – asiento – no sabemos hasta qué punto puede intentar algo más… quizá lo que ha ocurrido es que se ha asustado y la deje en paz ante el revuelo que se ha montado…

-Están seguros de que eso va a ser así? – pregunta mi hermano con voz seria –

-No… no estamos seguros… por eso le recomendaría que no esté sola en casa hasta que encontremos algo más…

-Le van a poner protección policial? – pregunta Álex de repente, haciendo que me asuste un poco más si cabe –

-Eso es complicado señor Ramírez… - carraspea – Alejandro quería decir… - hace una pausa – vamos a intentar localizarle… no parece un profesional que sepa cómo no dejar pruebas… de hecho creemos que fue a su casa de las afueras el día del accidente.

-Por qué creen eso? – sigue preguntando Álex –

-Había ropa manchada de sangre… creemos que tuvo alguna herida durante el accidente… nos hemos puesto en contacto con los hospitales de la zona para comprobar si fue o no a alguno de ellos…

-Y el coche? – Vero mira sorprendida a Álex ante tanta pregunta –

-Del coche no hay ni rastro pero con los datos que nos dio, lo encontraremos… - se levanta de la silla – queríamos hablar contigo para que identificaras al sospechoso, te han mostrado la fotografía no? – Álex asiente –

-Es él, estoy seguro. – contesta rotundo –

-Bien… pues… si ven algo, si detectan algo, llámennos… pero, de momento, no se preocupen demasiado…

-Pero como no nos vamos a preocupar? – mi madre alza la voz –

-Entiendan que tenemos que contarles todo lo que vamos recabando… pero lo más prudente es esperar…

-Esperar… - murmura mi madre indignada – esperar a qué? – grita –

-Tranquilízate mamá… - interviene Jose –


La situación, aunque la intente controlar, me supera. No puedo imaginar lo que pasaría si a Marcos se le ocurre hacer algo. Sabrá que no puedo andar? No quiero quedarme sola, pero no quiero poner en peligro a mi gente. Me da miedo, pero no quiero que lo sepan. Aunque imagino que lo suponen, por el pánico que refleja mi cara. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario