jueves, 1 de octubre de 2015

CAPÍTULO 22: No es cuestión de un par de golpes.

1995.

-Tomad… un vaso de leche cada uno.

-Mamá… - se queja –

-Malú, si es lo que te tomas siempre todas las noches…

-Mamá! – exclama algo ruborizada –

-Gracias Pepi – contesto sonriente – yo también tomo leche todas las noches.

-Ves? – niega con la cabeza y desaparece de la habitación –

-Me deja en ridículo siempre… - se queja amargamente – bueno qué? Lo has traído?

-Pues claro… - contesto abriendo mi mochila –

-Pues venga, vamos a conectarlo a la tele…

Jugar a los videojuegos siempre me ha gustado, pero con alguien es mucho más divertido. Procuramos no hacer ruido, debe ser muy tarde, pero no puedo evitar reirme.

-Siempre te matan… - digo intentando no reirme –

-Me has dado el mando que no funciona – se queja –

-Pero qué hacéis?

-Ah! – grita Malú al asustarse –

Su hermano nos mira con cara de pocos amigos. Estábamos tan concentrados en el juego que no nos hemos dado cuenta del ruido de la puerta.

-Jose, te lo puedo explicar… - dice Malú nerviosa –

-Cómo podeís estar jugando… - hace una pausa – sin avisarme? – se sienta en la cama y agarra uno de los mandos –

2010.

Sonrío al recordar aquella situación. Era gracioso ver como Jose nos encubría en absolutamente todo. Aunque era 5 años mayor que nosotros, nos trataba como si fuésemos mayores, y eso se agradecía a nuestra edad.

-Yo haré guardia el primero – dice su hermano – venga, a dormir todo el mundo que es tardísimo.

-Joder Jose… - Malú se acomoda en uno de los colchones – el día que tengas hijos… pobrecitos… - niega con la cabeza –

-Me quedo contigo – respondo – no tengo nada de sueño

-Ni hablar… hay que dosificar el sueño…

-Aquí… el comisario Sánchez… - contesta Vero irónica –

-No me hables de policías Vero… no me hagas hablar… - Malú ríe tímidamente –

-Mamá, ahí no vas a estar cómoda – dice Malú preocupada –

-Déjala… tu madre es así de cabezona… - responde Pepe – hay que ver eh Pepi? Cuántos años hace que no dormimos en la misma habitación? – dice Pepe de manera graciosa –

-Anda cállate… - contesta Pepi tumbándose en la cama –

Veo como Malú ríe sin querer. Sus padres se separaron hace muchos años, pero siempre se han llevado bien. Lo único es que, como pareja, no funcionaban. Suele pasar.

Me siento en el colchón que imagino que es el mío. Justo al lado de Malú, qué casualidad. Vero me mira de reojo hasta que se da cuenta que la estoy viendo. Entonces se tumba y se tapa con la sábana. No hace frío, es el mes de Abril, aún aguardan algunas tormentas típicas de la temporada, pero ya se puede abusar un poquito de la manga corta si no eres muy friolero. Y yo soy caluroso a más no poder. De hecho, si estuviera en mi casa, ya estaría en calzoncillos. Me tumbo en el colchón y miro hacia la izquierda, donde está Malú, mirando al techo. Se quita el cabestrillo del brazo derecho y suspira. Sé que no le hace gracia que estemos todos aquí, porque no quiere que le pase nada a nadie.

Es una situación surrealista lo mires por donde lo mires. Aquí, yo, tras años sin ver a esta familia, tras haber tenido un malentendido con su mejor amiga y protegiendo a Malú de un loco. Vamos, que si me lo cuentan me descojono. En fin… lo mejor es descansar para cuando Jose me avise y tenga que estar despierto.

-Álex… Álex… - noto como alguien me mueve el brazo – Álex…

Abro los ojos y veo a Malú con cara preocupada.

-Perdona que te despierte… - habla bajito – mira mi hermano… - le señala y está durmiendo en una silla –

-Pobre… - intento levantarme del colchón para relevarle –

-Oye… - me pone la mano en el pecho un segundo – que… - carraspea – gracias…

-Gracias por qué? – pregunto medio dormido –

-Por quedarte… por… ayudarme… - suspira – me he portado tan mal contigo que no me explico como te quedan ganas de echarme una mano…

-Malú… - bostezo sin querer – son las… - me miro el reloj – 4 de la mañana… - resoplo – deja de disculparte que no son horas…

-Crees que vendrá? – pregunta de repente, con cara de preocupación –

-Si viene, se irá con una cara nueva… - respondo seguro – vamos… duerme anda…

Su mirada agradecida y su media sonrisa me parten el alma. Sigue teniendo esa cara inocente y expresiva. Cuando voy a levantarme del colchón, se escucha un ruido en el piso de arriba. Mis músculos se tensan sin dejarme pensar y Malú se incorpora asustada, mirándome.

-Qué ha sido eso? – pregunta asustada –

-No lo sé… - miro hacia el pasillo – no te muevas vale?

Me pongo de pie, dispuesto a subir al piso de arriba. Si me lo encuentro, lo reviento, lo tengo muy claro. El ruido no sé qué ha sido exactamente, pero me da igual.

-Donde vas? – me coge la mano asustada –

-Estate tranquila… - camino hacia el pasillo con un evidente temblor de manos que creo que puedo disimular de momento – maldita sea… - susurro –

Subo las escaleras despacio, preparado para encontrarme lo que sea. Y cuando entro en la habitación de Malú, descubro lo que ocasiona los ruidos. Su gato, Chanelo, campa a sus anchas de mueble en mueble.

-Vamos, no me jodas… - sonrío irónico –

-Qué pasa? – grita Jose entrando a la habitación –

-Aquí, Chanelo, que le encanta provocarme infartos – agarro al gato cuidadosamente – venga precioso… vamos para abajo.

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