1996.
-Hola Pepi… venía a
ver cómo estaba Malú…
Escucho su voz,
hablando con mi madre. Qué vergüenza, en pijama, con estos pelos y esta cara
llena de marcas. No es el mejor momento para que venga a verme, pero no puedo
evitar que me haga ilusión.
-Pasa hijo… ahí
está… - mi madre me sonríe y se dirige a la cocina –
Me mira con cierto
gesto de pena. Odio que alguien me mire así, pero a él se lo perdono.
-Qué pasa Lula? Cómo
estás? – se sienta a mi lado –
-No! No te acerques
que voy a contagiarte! – digo apartándome –
-Malú… - se ríe – yo
ya he pasado la varicela… no vas a contagiarme…
Respiro aliviada. El
picor que estoy pasando no se lo deseo a nadie, y menos a él.
-Me pica mucho… -
digo como si fuera una niña pequeña –
-No te rasques o se
quedarán las marcas… - me coge la mano evitando que me la lleve al brazo
contralateral – te he traído los deberes de clase…
-No pienso hacer
deberes… - digo convencida –
-No te preocupes, te
he traído los míos para que te los copies… - sonríe ampliamente… esto si que es
un amigo –
2010.
Hoy es el primer día
de mi recuperación. La verdad es que el tiempo se ha pasado lento. Mi pierna, aparentemente mucho más delgada que la otra, parece estar medio muerta… como cuando se te
duerme un brazo por la noche y te despiertas por el cosquilleo que sientes… y
cuando intentas moverlo, tienes que cogerlo con el otro brazo y se te cae en la
cara, dándote una hostia. Pues algo así le pasa a esta maldita pierna…
Álex cada día me
sorprende más. Recapitulando, rescata a Danka de la sierra, me rescata a mí de
Marcos… no solo a mí, sino a Vero y a Valeria… y ayer me compra un predictor (esto todavía me parece increíble) y
se queda conmigo a tomarse una cerveza para celebrar que ha salido negativo. Es
algo así como una mejor amiga… solo que tiene pene. Y algo de barba. Y unos brazos
bastante fuertes. Ay madre, es que de pequeño era guapo, al menos a los ojos de
cualquier niña de mi edad, pero ahora está muy bueno, las cosas como son.
Menos mal que ayer
logré convencerle de empezar hoy. Mis presagios se cumplieron, me olvidé de
depilarme. Qué hubiera pensado si hubiera visto semejante trozo de carne lleno
de pelo? Definitivamente, necesito láser. Mucho láser. Una espada láser como la
de Star Wars mínimo. Joder, qué exagerada soy, tampoco es para tanto… no tenía
tanto pelo, lo normal tras unas semanas sin que esta piel viese la luz del sol.
Y anoche, como predijo Álex, me vino la regla. Es la primera vez que me
alegro tanto de un hecho tan asqueroso.
Me rasco la pierna
con mucha ansia. Deseaba hacerlo desde hace tantas semanas que creo que se me
va a quedar como un tic nervioso. Aleluya! Ya no tengo que pincharme esa mierda
en la barriga, ya la sangre fluye por mi pierna cual río. Bueno, no tanto,
porque apenas puedo ponerme de pie sin parecer un pirata con su pata de palo.
Según Álex, mi recuperación va a durar unos 3 meses. Recuerdo su risa cuando
puse mi cara de estupefacta, esa que me sale tan bien cuando algo me sorprende.
Como cuando Vero me dijo que estaba embarazada. O cuando vi a Valeria por
primera vez. O cuando mi hermano me cuenta con quién se ha liado Yago esta vez.
Esa cara.
Así que 3 meses…
tres meses recibiendo masajes de mi mejor amigo de la infancia, que no lo sé,
pero imagino que tiene que dar unos masajes extraordinarios. Extraordinarios?
De cojones, para entenderme. Ahí suena el timbre. Me pongo de pie con mi pata
de palo, me falta el parche, y abro la puerta. Un sonriente Álex, cargado con
varios bultos bastante grandes, pasa hacia el salón cuando me hago a un lado.
-Hoy si o tengo que
abrirme otra cerveza como ayer?
-Muy gracioso… -
pongo cara de burla – anda, vamos a la habitación donde, se supone, iba a estar
mi gimnasio… - pongo los ojos en blanco, bendita idea aquella, que no he
llevado a cabo, por supuesto –
-Muy grande… - dice
al entrar – aquí puede ir bien la cinta andadora… - dice mirando uno de los
rincones –
-Claro… la cinta
andadora… - digo irónica –
-Es necesaria para
tu recuperación, luego te enseño las que he visto que están mejor de precio –
dice como si nada –
Pongo de nuevo esa cara de sorpresa. Espera, ha estado
viendo cintas andadoras para mí? Este quien se ha creído que soy? Eva Nasarre?
-Bueno… - extiende
una esterilla en el suelo – venga… - da un par de palmaditas sobre ella
mientras se arrodilla –
-Muy práctico
tumbarme en el suelo conforme estoy… - digo agachándome con cuidado para no
caerme –
-No te quejes tanto
anda… - dice sonriendo – te explico… hoy vamos a ir con el masaje suave y los
movimientos pasivos… - alzo una ceja – cuando digo pasivos, me refiero a que
los movimientos los voy a hacer yo…
-Jajajajaja –
estallo en una carcajada sin querer –
-Estás bromista hoy
eh?… - pone los ojos en blanco – estira la pierna anda…
-Qué llevas ahí? –
señalo al bulto más grande de todos –
-Magnetoterapia… -
alzo una ceja sin entender nada – un aparato que me ha costado la vida traer de
mi casa y que vale una pasta, así que más te vale portarte bien – dice
amenazante –
-Qué serio te pones…
- digo sonriendo pícaramente –
Me tumbo sobre la
esterilla y comienzo a notar sus manos sobre mi pierna. Joder, qué sensación
tan rara. Es como si flotara. Como si todos los nervios de mi maltrecha pierna,
se activasen a la vez. Suelto un bufido, para nada de disgusto, que no pasa
desapercibido para él.
-Todo bien? – dice
alzando la mirada –
-Si si… - trago
saliva – es que es… raro… - sonrío avergonzada –
-Notas como se va
despertando verdad? – dice seguro –
-Exacto… - contesto
algo sorprendida –
-Es normal… - sonríe
de lado – si te hago daño me lo dices vale?
Asiento sin hablar y
cierro los ojos, dispuesta a dejarme llevar por esas sensaciones tan
electrizantes.
-Te vas a quedar
durmiendo…
Su voz hace que
pegue un respingo. Dónde estoy? Le veo mirarme con una medio sonrisa. La vergüenza
que me deja, me hace enrojecer. Me he quedado durmiendo? Es eso posible? Me he
relajado tanto que me he quedado durmiendo mientras me daba un masaje?
Estupendo Malú, otro ridículo más que apuntar a tu ya engrosada lista.
-Se trata de
despertar la pierna… - dice intentando no reírse – no de dormirte entera…
-Per… perdona… -
balbuceo reincorporándome para terminar de despertarme –
-Daño no te he hecho
por lo menos… - sonríe tímidamente –
Ha sido uno de los
momentos más bochornosos de mi vida, sin duda alguna. Pero es que el masaje era
tan relajante… y hacía tanto tiempo que nadie me daba uno… con lo que a mi me
gusta recibirlos. La máquina de… magneto… lo que sea, es extraña. Meto ahí la
pierna, envuelta previamente en un líquido espesísimo que, al entrar en
contacto con mi piel, se vuelve sólido. Según Álex, es resina o algo así... para mantener una temperatura alta en la zona, pero podría ser
perfectamente lava de cualquier volcán de lo que quema. Solo
me quedo ahí sentada, con la pierna en alto, mientras se supone que hace
efecto. Álex dice que ayudará a terminar de acelerar la cicatrización de mi
fractura. Yo lo que digo es que me he aburrido como una ostra durante esos 15
minutos.
Álex es todo un
profesional, eso se nota. Es metódico, no deja nada al azar. Lo prepara todo
con sumo cuidado, contando milimétricamente los pasos que hay que dar. Es
curioso, cuando íbamos al colegio también era así. Los deberes hechos sin
tachones, salvo con las matemáticas, que se volvía loco y dejaba el cuaderno
como si fuera el de el mismísimo Einstein… Era inteligente, pero además era
listo. Lo suficiente para que no le molestasen por ser el que mejores notas
sacaba. No era de los macarras de clase, todo lo contrario, pero le respetaban.
Recuerdo como mi
madre siempre me decía que no me separase de él en clase, que tomase apuntes
como él, que estudiara con él… vamos, que a mi madre le encantaba. Y le sigue
encantando, normal por otra parte. Sigue siendo igual de noble que de pequeño.
Cuando veía algo que él consideraba injusto, allí que iba a hacerlo saber.
Desde bien pequeño, no se conformaba con lo que pasaba, sino que intentaba
cambiarlo. Lo que se llama “tener un par de cojones”. Los tenía sin duda, pero
solo los usaba cuando algo no le parecía justo, no los usaba por usarlos.
-Bueno qué? Me
invitas a una cerveza?
1996.
-Jajajajajaja!
Por una extraña
razón, no puedo parar de reirme. Así que esto es ir borracha. Pues mola oye, no
está tan mal. Me siento como… desinhinibida. Como si pudiera hacer lo que me
diera la gana. No me va a causar ningún trauma.
-Mira qué sonrisilla
llevas en la cara… - dice Álex riéndose – vas borracha.
No puedo evitar
mirarle con una sonrisa en la cara. Qué guapo es. Qué dices Malú? Álex es tu
amigo, no puede ser guapo… es… neutro. Neutro total, no es ni guapo ni feo, ni
alto ni bajo… ay dios, que se acerca! Y por qué el corazón me va tan rápido?
-Me das un poco? –
señala mi vaso – se me ha terminado… - dice con cara de pillo –
-Y por qué tendría
que darte? – digo haciéndome la interesante… no sabía que sabía hacer eso, la
verdad –
-Porque… - se acerca
a mí – sino… - roza mi brazo con su mano y siento un escalofrío de lo más
profundo… qué cojones es esto? – te mataré a cosquillas! – grita –
Automáticamente, me
agarra de la cintura y comienza a hacerme cosquillas. No puedo parar de reirme,
incluso creo que voy a potar si sigo riéndome… me encanta esto.
2010.
Sonrío. Le gusta
tanto la cerveza como a mí. Recuerdo mi primera borrachera, Malibú con piña,
con él y con los de clase cuando nos fuimos de viaje de fin de curso. Recuerdo
la sensación de desinhibición total, tanto que hasta canté delante de toda la
clase. Incluso creo recordar que esa noche sentí cosas que no había sentido
nunca. Hasta que nos pillaron los profesores y nos requisaron todo el alcohol.
Lógico, qué tendríamos? 14 años?
-Este jardín en
verano tiene que ser una pasada… - dice sentándose en una de las hamacas –
-Pues sí, para qué
te lo voy a negar… - digo haciéndome la chula – oye… - bebo de mi cerveza –
tengo que notar algo distinto? – me mira extrañado – por la sesión digo.
-Malú, no soy Jesucristo... - reprimo una carcajada - una sesión no
hace milagros… - sonríe – tardarás unos días en notar progresos…
-Podré andar como
antes no? – alza una de sus cejas – quiero decir… que no me quedarán secuelas
no?
-Quedará como si no
hubiera pasado nada… - dice seguro – en 3 meses estarás corriendo en una cinta
durante 1 hora seguida…
-Si hombre! –
exclamo – qué manía con la cinta…
-No debería estar
bebiendo esto… - dice mirando la cerveza – jajaja – se ríe al ver que le miro
con cara extrañada – tengo que entrenar… de hecho… - se mira el reloj – en una
hora tendría que estar entrenando…
-Tú cuando
descansas? – pregunto de manera graciosa –
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