2004.
-No me gusta esa
actitud que estás teniendo Malú
Noto la voz de
Alejandro completamente fría, serio, pero yo soy más que todo eso. No me
asusta, aunque sea él.
-Qué actitud?
Debería preguntarte: “oooh, Álex? Mi compañero de clase de la infancia? Qué
sorpresa! Qué importante!” – digo irónica –
-No sé qué te está
pasando… - dice serio – pero, desde luego, no eres la Malú que yo conozco.
-Hazme un favor Ale…
- digo con voz seria – no me vuelvas a nombrar a ese Álex en la vida. No me
interesa. Es pasado. Punto. – sentencio –
2010.
No puede ser. Esto
no puede estar pasando. Miro de nuevo el calendario… no sé cómo no me he dado
cuenta antes. De pronto, como si de una nube negra se tratase, mi mente se
oscurece. No puede pasarme esto a mí.
El timbre suena.
Miro el reloj. Mierda, está aquí. Había olvidado por completo que hoy comenzaba
mi rehabilitación.
-Hola Lula! – entra
con alegría a mi casa – preparada para empezar? – mira mi pierna, ya libre de
escayola – vaya! Si tienes piernas de humano y todo! – dice riéndose –
-Eh… - balbuceo
mientras entra al salón y le sigo caminando con las muletas – Álex, es mejor
que lo dejemos para otro día.
Me mira extrañado
mientras se quita la mochila.
-Por qué? – pregunta
– pasa algo?
-No – miento – no me
encuentro bien, eso es todo.
-Te duele algo? –
dice preocupado – pensaba que hoy, como te quitaban la escayola, podríamos…
-He dicho que no,
vale? – digo alzando la voz –
Me mira atónito al
escucharme gritar. Resoplo y miro al suelo. No me apetece hablar. No me apetece
contar qué es lo que he descubierto hoy.
-Eh… - sigue
mirándome extrañado – vale… no… no pasa nada… - dice cogiendo su mochila – me…
me avisas tú cuando… - noto como tartamudea – cuando te encuentres mejor vale?
No le contesto. Solo
le miro. Esa mirada ya la he visto antes. Cuando le eché aquella noche de casa.
Una mirada de sorpresa absoluta, de no esperarse esto… de decepción. De repente,
me siento tremendamente culpable. Noto como se queda quieto, observándome
mientras me siento en el sofá. No puedo evitar llevarme las manos a la cara
mientras apoyo mis codos en mis rodillas. Escucho los pasos, que, al principio,
me parecen alejarse, pero luego noto como se acercan a mí.
-Malú… - le oigo
suspirar frustrado - Necesitas algo? – le escucho decir con voz temerosa –
-Dios… - susurro
enfadada conmigo misma – perdona… - digo sin mirarle – no tenía que haberte
gritado…
-Eh… - balbucea –
no… no te preocupes… - dice todavía con voz temerosa –
Se hace el silencio.
No escucho que se vaya. Le intuyo ahí, plantado, observándome. Me da vergüenza
contárselo. Es vergonzoso. Es algo que no tenía que haber pasado.
-Malú… - noto como
se sienta en el sofá, a mi lado – te encuentras bien?
No puedo más. Rompo
a llorar. Sin consuelo, sin aliento… sin final. No puedo imaginarme la que se
me viene encima. No es justo, no puede pasarme esto ahora.
-Malú… - le escucho
decir preocupado mientras pasa su brazo por mi espalda –
No digo nada.
Necesito un abrazo. Sin mirarle, me pego a su cuerpo y me agarro a su cintura,
posando mi cabeza en su pecho. No puedo parar de llorar. Me rodea con sus
brazos sin decir nada, en silencio. Pasa su mano por mi pelo, intentando consolarme,
pero no encuentro consuelo posible a este desastre.
-Oye… - dice con
tono comprensivo – vamos… deja… deja de llorar Malú… - no contesto –
-No puede estar
pasando esto… - digo mientras sigo llorando –
-Vamos… no me
asustes… - dice sin dejar de abrazarme – sabes… que puedes contarme lo que
quieras no?
-Dios… - exclamo con
frustración mientras me aparto de él, volviendo a mi posición de antes –
Escucho como suspira
preocupado… no debería contarle esto pero… Dios, es que no puedo contárselo a
mi madre… ni a mi hermano… Vero está demasiado ocupada hoy con Valeria… y yo
necesito salir de dudas hoy… necesito saber si lo que sospecho es cierto o no…
-Quieres que me
vaya? – pregunta temeroso –
-No le cuentes esto
a nadie por favor… - suplico intentando dejar de llorar –
-Sabes que no lo
haré – responde seguro – qué es lo que pasa Lula?
Le miro sorprendida.
Lula… así me llama la gente de mi entorno… y así me llamaba él de pequeña
cuando quería mostrarme cariño. Vuelvo a bajar la cabeza.
-Joder… - echo mi
pelo hacia atrás… tengo tanto calor en este momento – soy gilipollas, eso es lo
que pasa… - noto como me mira atento – esta mañana me he dado cuenta de una
cosa… aggg… - me quejo amargamente – por qué no me he dado cuenta antes?
Sigue en silencio.
Vero siempre me dice que doy muchos rodeos a las cosas cuando quiero contarlas.
Así que voy directa al grano.
-Creo que estoy embarazada.
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