1990.
-Hola
-Hola – me contesta
desganado –
-Cómo estás? –
pregunto temerosa al ver el morado que le ha salido en el ojo –
-Bien – contesta
secamente –
-Por qué has
empujado a ese? Es más grande que tú… - digo reprochándole su actitud –
-Porque te había
robado el bocadillo…
-Ya, pero yo sola me
puedo defender… - digo enfadada –
-No lo has hecho… y
tienes que defenderte…
-Y si no quiero? Me
daba igual que se quedara con el bocata… no tengo hambre… - refunfuño –
-Eso es mentira… -
se gira hacia la mesa de atrás – toma – me entrega mi bocata – no dejes que
nadie se vuelva a meter contigo.
2010.
El día amanece
plagado de sensaciones para mí. Me siento cansada pero con una sensación de
libertad que pocas veces he sentido. Es la primera vez que me alegro de la
muerte de alguien, y eso no me hace sentirme bien conmigo misma, pero no lo
puedo evitar. El día de ayer es uno de esos días que recuerdas para siempre… y
que siempre que lo recuerde tendré un nudo en la garganta.
Desayuno poco la
verdad. No tengo hambre. Imagino que empeñarme en recordar cosas de ayer, me ha
cerrado el estómago. Camino con dificultad apoyada en mi madre. Se ha quedado a
dormir, una vez más. Hemos dormido las dos en mi cama, como cuando era pequeña
y tenía miedo de los monstruos que creía que existían. Hablamos hasta bien
entrada la madrugada de todo lo que había pasado… y de la vida en general.
Hacía tiempo que no hablaba así con ella.
Evidentemente,
hablamos de Álex. De la noche a la mañana ha vuelto a entrar en mi vida sin
darme cuenta. Llegamos a la conclusión de que fui una desagradecida cuando
dejamos de hablar… pensé muchas veces en buscar su número de teléfono… perdido
en alguna tarjeta de móvil que se perdió. Y, por más que lo intentaba, no
conseguía recordar los dígitos. Yo, que me sabía de memoria su móvil antes de
que todo esto, que ya dura 12 años, empezase. De repente se me olvidaron cosas,
imagino que porque mi mente necesitaba hacer sitio para todo lo que me estaba
pasando. Recordé con mi madre como Álex y su familia fueron a mi primer
concierto. Todavía seguía en el instituto. Le regalé mi cd y, según él, le
parecía que mi voz era perfecta. Suspiro al recordarlo. Aquellas tardes de
verano en Algeciras me daban la vida… pero ya jamás volvimos a encontrarnos
allí. Y fue porque yo no quise la verdad. Siempre que iba, estaba dos o tres
días en los que apenas tenía tiempo de buscar a nadie. Ingenua… claro que tenía
tiempo, pero mi entorno me trataba como a una señora de 40 años a la que nada
le viene grande. Y me venía grande… enorme… no sé ni cómo superé esos primeros
momentos.
Con los años, mi
madre ha intentado enseñarme que el pasado nunca hay que olvidarlo, pero, hasta
hace poco, apenas le hacía caso. Consideraba el pasado algo inútil en mi vida…
y qué casualidad… alguien de mi pasado, alguien al que obvié de mi mente,
alguien con el que no me porté nada bien… ayer me salvó la vida. Sin pedir nada
a cambio. Sin esperar nada. Simplemente lo hizo. Debería hablar con él… no
estoy cómoda cuando él está… y no es porque no me guste su presencia… es porque
sigo sintiendo que le hice mucho daño… y no se si puedo arreglarlo.
-Uy… quién será a
estas horas? – mi madre se levanta de la tumbona – voy a abrir.
No entiendo como hoy
hace este sol. Da gusto estar en el jardín, tirada en el césped… es como un día
de principios de verano. Cierro los ojos con las gafas de sol puestas y levanto
un poco mi camiseta para que el sol me dé en el abdomen. Me da igual quien haya
decidido venir… necesito un momento así… disfrutar de los pequeños placeres de
la vida y…
-Malú, mira quién ha
venido…
Abro los ojos y me
asusto al ver a mi madre acompañada de Álex. Me sonríe. Y yo me muero de la vergüenza
mientras me bajo la camiseta aceleradamente.
-Perdona… no quería
molestarte…
-No si… - carraspeo
incorporándome – no estaba haciendo nada… - noto el rubor en mis mejillas –
-Bueno… - suspira mi
madre – ahora que estás acompañada, voy a ir a hacer algunas compras… que
tienes la casa abandonada…
-Mamá… - me quejo –
-No te vayas sin que
vuelva vale? – le ordena mi madre mientras él asiente –
Mi madre desaparece
del jardín. Lo ha hecho a propósito. Ayer estuvimos hablando sobre la necesidad
de tener una conversación con Álex a solas. Mi madre no sabe lo de aquella
noche… pero no sé por qué, creo que intuye que algo ha tenido que pasar entre
nosotros. Qué tontería… claro que lo sabe… mi madre lo sabe todo sin yo tener
que decirle nada.
-Qué tal estás? –
pregunta metiendo sus manos en los bolsillos –
-Bien… y tú? – me
responde afirmativamente – siéntate anda… - le señalo la tumbona donde, minutos
antes, estaba mi madre –
-Tienes un jardín
muy bonito… - dice mirando hacia la piscina –
-Si… bueno… -
contesto algo avergonzada – Álex yo…
-Malú… - hablamos
los dos a la vez y nos callamos de repente, riéndonos tímidamente – venía a ver
cómo estabas… y a… en fin… - hace una pausa mirando hacia la piscina… cierra
los ojos un segundo, como tomando fuerzas – creo que tenemos una conversación
pendiente.
-Yo también lo creo
– contesto al instante – ayer te hablé por whatsapp… pero no me contestaste…
-Ya… - dice tímido –
no me gusta tener conversaciones como ésta por el móvil…
Trago saliva. Se
está poniendo demasiado serio. No me irá a decir que se va a ir no? Claro…
normal… ahora me dirá que no podemos ser amigos, que no quiere verme… que soy
una déspota…
-Me hiciste daño
cuando dejamos de hablar – dice de repente – quizá esta no es la manera de
comenzar una conversación… - niega con la cabeza y resopla – No pretendo hacer
ningún drama de todo esto… pero creo que tenemos que ser sinceros… - asiento
sin poder hablar – cuando te fuiste… del instituto… - hace una pausa y suspira
– sentí que no iba a volver a verte… - voy a hablar pero me lo impide – Eras mi
mejor amiga…
-Y tu mi mejor
amigo… - contesto rápidamente y sonríe algo avergonzado –
-Ya no tenemos 15
años… y… - carraspea – puede que la amistad que se tiene con esa edad no sea la
que se tiene de adulto… pero… - hace una pausa de unos segundos – pero yo
sentía por ti una amistad que ya no he vuelto a sentir por nadie… por muy
pequeños que fuéramos…
-Álex…
-No te digo esto
para que te sientas mal ni mucho menos… pero creo que necesito contarte lo que
sentí… me lo he tragado durante mucho tiempo… - me mira y desvía la mirada –
nunca he podido odiarte… aunque dejaras de hablarme… aunque me echases de tu
casa aquella noche… - bajo la mirada avergonzada – no he podido odiarte porque
sé como eres… - su voz parece segura - y sé que lo de dejar de hablarnos… y lo
de aquella noche… no fue algo que tu hicieras a propósito…
-Claro que no… yo… -
hago una pausa y suspiro – cuando empezó todo esto, estaba muy presionada…
conciertos… productores… promoción… - suspiro de nuevo – me cambiaron de móvil
y perdí tu número… y… lo recordaba… - digo sincera – pero cuando quise volver a
recordarlo para hablar contigo… lo había olvidado… - sonríe sutilmente – te
parecerá una tontería esta excusa pero… apenas tenía tiempo para pensar… -
niega con la cabeza – estaba feliz por hacer lo que quería pero… no me daba
cuenta que estaba dejando atrás cosas que me importaban de verdad…
-Imaginaba que tu
vida era algo así… - dice comprensivo – te veía en la tele… en las revistas… -
dice con voz avergonzada – siempre le decía a todo el mundo que era tu amigo… y
lo decía muy orgulloso… - sonrío avergonzada – por eso me dolió dejar de saber
de ti… y empecé a pensar que, si habías dejado de hablarme, era porque ya no
querías que fuésemos amigos – voy a hablar pero me corta – porque ya no le
dabas importancia a lo que habíamos vivido desde pequeños… luego entendí que
quizá eso no era así…
-Por qué me ayudaste
ayer? – pregunto de repente – por qué después de haberte tratado tan mal?
-Porque… - suspira y
baja la cabeza, sonriendo irónicamente – me sigues importando… - siento un nudo
en la garganta al escucharle – y siempre me vas a importar… hagas lo que hagas
y pase lo que pase…
-No lo entiendo… -
digo sorprendida y de manera sincera –
-He recordado muchas
cosas estos días… y… recordando… - me mira – he llegado a la conclusión que me
sigues importando porque crecí contigo… porque eras como mi hermana… y porque
sigo viendo en ti lo que veía cuando éramos pequeños… - hace una pausa – no has
cambiado… ni aquella noche cuando nos encontramos en el bar… ni ahora…
Se hace un silencio.
Esas palabras resuenan en mis oídos con fuerza. Tenía la sensación de haber
cambiado. De haber cambiado mucho… y me reconforta saber que alguien que me
conocía tan bien como él, opina lo contrario.
-Joder… - digo algo
emocionada – no sabes lo importante que es para mí que me digas eso… - suspiro
– tengo la sensación de ser alguien completamente distinto…
-No me lo parece… -
sonríe tímidamente – sigues siendo cabezota… mandona… y una irresponsable… - le
miro alzando una ceja – a quién se le ocurre dejar la puerta de la cocina que
conecta con el jardín, abierta? – me río sin querer – ahora en serio… quizá es
que te veo con otros ojos pero… me sigues pareciendo la misma persona…
-Tu si que no has
cambiado nada… - digo notando el rubor en mis mejillas – siempre sacándome de
líos…
-Eso es verdad… -
dice riéndose –
Nos reímos unos
segundos para quedarnos callados después. Nos miramos fugazmente y sonreímos
apartando la mirada.
-Siento mucho lo que
pasó aquella noche… - me mira expectante – desconfié de ti… y no sé como pude
hacerlo… - mi voz suena nerviosa -
-Me imaginé que fue
por algo así… - le miro sorprendida ante tanta comprensión - imagino que, hasta
ese momento, te la habían jugado varias veces… - asiento sin querer –
-Por qué no
volviste? – arquea las cejas – sabías donde vivía…
-Malú… - suspira –
yo estudiaba en Cádiz… - le miro sorprendida – y no iba a molestarte… creí que
era mejor así…
-Joder… me he
portado como una imbécil todos estos años… - digo amargamente –
-Eso no es verdad… -
se sienta a mi lado, en el césped, mirando hacia la piscina – tus
circunstancias no eran las mismas que las mías…
Le miro pero no
aparta la mirada de la piscina. Cómo es posible que perdiera una amistad tan
sincera de esa manera?
-No me gustaría
estar otros 9 años sin verte… - digo de manera sincera, notando como tuerce su
cabeza hacia mí – perdí tu amistad por ser gilipollas - noto que mi tono de
voz, se transforma al de una niña –
-Malú… - ríe tímidamente - Yo no he dejado de ser tu amigo… - contesta sonriendo –
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