2010.
Cuando paseo con Rex
por el monte me ocurre, me quedo absorto mientras él da vueltas sobre los
matojos y me mira. Debe pensar que tiene un dueño autista. Escucho su ladrido,
como sin intentase que le hiciera caso. Pobrecito.
-Qué pasa Rex?
Quieres buscar un palo? – me agacho y agarro uno adecuado – mira Rex, busca!
Busca! – se lo lanzo hacia los matorrales y sale corriendo como alma que lleva
el diablo. Sonrío enternecido, me encanta este perro.
Tras unos segundos
en los que espero que vuelva y vuelvo a recordar un poco aquella noche, me doy
cuenta que Rex no vuelve.
-Rex! Rex! – silbo
para que venga – dónde te has metido? – me dirijo hacia los matorrales hasta
que escucho su ladrido – qué pasa Rex? – acelero el paso, ladra sin parar –
Rex! – exclamo al ver la escena, un perrito, parece mestizo, yace sobre la
hierba, respirando agitadamente – vaya… qué le ha pasado a esta preciosidad? –
me percato que es una perrita –
Miro alrededor, no
veo a nadie, y nadie parece estar buscando al animal, así que decido en unos
segundos cogerla en brazos y llevarla a un veterinario. No puede ponerse de
pie, parece que debe tener algo roto. Veo cerca un terraplén… seguramente ha
bajado por ahí y se ha caído. Pobrecita, me mira con una cara que es imposible
no hacer nada.
-Rex, ven aquí – le
ordeno y le pongo la correa – camina a mi lado – le ordeno y parece hasta
entenderlo –
Bajo por la cuesta
hasta llegar al descampado donde está mi coche y monto a la perrita detrás y a
Rex delante. No quiero que se le vaya la pinza y se ponga a ladrarle, aunque
veo improbable que eso pase, parece que mi perro va teniendo sentido común.
-Qué ha pasado? –
pregunta Antonio, el veterinario de la clínica donde suelo llevar a Rex –
-La ha encontrado
Rex en el monte – camino tras él, imagino que hacia una sala para poder examinarla
– respira con dificultad y creo que tiene una pata trasera rota – la dejo sobre
la camilla tal y como me indica Antonio –
-Veamos a ver qué le
pasa a esta preciosidad… - observo como se pone los guantes – espera fuera
Álex.
-Te vas a poner bien
pequeña… - acaricio su cabecita cariñosamente bajo la atenta mirada de Antonio
-
Sigo las
instrucciones de Antonio y salgo fuera a sacar a Rex del coche. Odio dejarlo
dentro, aunque solo sea para un minuto, pero no podía bajarle teniendo a la
otra perrita en brazos. Rex es un perro tranquilo, manso, incapaz de hacerle
daño a nadie, o eso creo. Tiene ya un año y 3 meses, con lo cual ya casi está
completamente educado.
No he tenido que invertir mucho tiempo en ello puesto
que es un perro muy listo y no hace falta repetirle las cosas para que lo
comprenda. A veces me sorprende la capacidad que tiene de saber comportarse en
todo momento. Como ahora, sigue sentado en el suelo, a mi lado, sabiendo que
estoy esperando algo o a alguien, así que él también espera. Es genial.
Tras un buen rato
esperando, planteándome qué hago allí, Antonio sale a mi encuentro con gesto
serio.
-Bueno, tenías
razón, tiene una pata rota
-Vaya…
-Pero además tiene
una costilla rota que ha hecho daño al pulmón, por eso respiraba con dificultad.
Voy a tener que operarla.
-Joder… - respondo
impresionado – pobre perro…
-Creo que se pondrá
bien, no creo que surjan complicaciones en la cirugía, es una perrita joven…
calculo que tendrá unos dos años más o menos. – resopla – hemos localizado a la
dueña y viene de camino… por qué no te quedas aquí y hablas con ella cuando
llegue?
-Yo?
-Si, tengo que
operarla ya, sino si que pueden surgir complicaciones.
-Entiendo…
-Creo que me ha
dicho que vive por aquí así que no creo que tarde, de todas formas va a
quedarse María también por si viene alguien más, pero yo tengo que entrar a
quirófano con Raúl – su ayudante –
-Vale, entonces qué
le digo a la chica cuando llegue?
-Que la estamos
operando y que se pondrá bien… también le vendrá bien hablar contigo, tú has
traído a su perro… estaba muy nerviosa por teléfono… - suspira – dice que la ha
dejado a cargo de alguien y que se le ha escapado…
-Vale… me quedaré
entonces.
-Tenías algo que
hacer? – pregunta mostrando gesto de apuro de repente –
-No no… hoy precisamente
no – sonrío amablemente –
-Gracias Álex… esto
bien vale un corte de pelo gratis para Rex
Rex alza las orejas
al oir su nombre, cosa que me hace sonreir. Sin más, vuelvo a sentarme en las
sillas, pensando en qué decirle a esa chica cuando llegue. Menudo marrón me ha
tocado, sobre todo si pienso en cómo estará si es igual que yo con los perros.
Si a Rex le pasara algo, yo no sabría que hacer realmente.
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