2010.
-Pero como puede
estar tan colgado este tío? – grita Vero al leer el papel y me lo quita de las
manos – es que lo mato, te lo juro…
“No te librarás de
mi”. Esas palabras las repaso una y otra vez en mi mente y mi rabia va en
aumento. No me puedo creer que alguien sea capaz de hacer esto. La policía ha
tomado nota de lo ocurrido pero se ha ido sin dejar protección policial
expresa. Dicen que van a estar esta noche por el barrio, intentando encontrar a
este cabrón, pero dudo mucho que lo hagan.
La situación es
realmente tensa. Tengo una extraña sensación de culpabilidad y pienso en cómo
cojones hacer para quedarme esta noche aquí sin que quede mal. No se si puedo
irme y quedarme tranquilo sabiendo que ese tío ha estado merodeando por aquí.
-Vamos a intentar
pensar con tranquilidad por favor… - suplica su hermano – nos podemos quedar y
hacer turnos esta noche para que…
-Ni hablar! –
exclama Malú – no voy a dejar que os pongáis en peligro por algo que tiene que
ver conmigo…
-No digas tonterías
hija… te piensas que te vamos a dejar dormir sola aquí?
-Si – contesta
rotunda -
-Pues yo me quedo –
contesta su hermano convencido –
-Y yo – dice Vero –
ahora llamo a mi madre y le digo que se quede con la niña esta noche…
-Pero qué estáis
diciendo? – exclama Malú –
-Tu padre también se
queda… - dice Pepe –
-Y tu madre –
contesta Pepi –
Sin querer, todos me
miran a mí justo cuando voy a hablar, por lo que noto su cara de sorpresa al
escuchar lo que digo.
-Yo también me quedo
– digo convencido –
-Vale, un momento,
Stop! – hace un gesto con la mano como de tiempo muerto – estáis flipando? –
nos mira sorprendida – que no quiero que os quedéis nadie joder!
-Y nosotros no te
vamos a dejar sola – contesto sin querer – eh… - de repente, una sensación de
vergüenza me embarga – joder! Que estando con la pierna así no puedes ni
levantarte Malú – digo indignado –
-Que no puedo
levantarme? – se levanta del sofá con claros gestos de dolor – y como no os
vayais os coso a hostias con la silla de ruedas.
Joder. El mismo
carácter que cuando era niña. No ha cambiado nada.
-La madre que te
parió… - susurra Vero – quieres sentarte en el sofá? – grita –
-Que me dejéis en
paz joder! – exclama –
Al estar de pie
sobre una pierna, alterada, pierde el equilibrio. Pero yo soy más rápido y la
agarro por la espalda. Me mira con gesto enfadado y se sienta de nuevo en el
sofá.
-Estás bien? –
pregunto sin obtener respuesta –
-Hija, es que no te
das cuenta que lo que queremos es estar contigo? Cómo nos vamos a ir con la que
tienes encima? – dice Pepi indignada –
-Gracias mamá –
contesta Malú irónica – no sé qué haría sin tus ánimos…
-Pero… - Pepi
intenta explicarse pero Malú se lo impide –
-Quiero que os
vayáis todos – dice con voz más calmada –
-Los cojones –
contesta su hermano sentándose en el sofá – yo aquí puedo dormir perfectamente
Los ánimos se
estabilizan un poco… creo que Malú ha comprendido que ninguno de nosotros se va
a ir a ninguna parte hasta que ese tío esté detenido o algo así. Por un
momento, vuelvo a pensar que esto es una tontería y que estoy fuera de lugar
totalmente, pero luego les miro. Su madre, completamente asustada, no sería
capaz ni de empujar a ese tío. Su padre… seguramente si, tiene que pegar unas
hostias como panes… pero si le pasara algo a su padre, no me lo perdonaría
nunca. Vero… Vero le pondría empeño, pero, de un empujón, ese tío se la quita de
en medio. Su hermano seguramente puede cargárselo si quiere. Así que seríamos 2
contra 1, porque yo también puedo cargármelo si quiero. Es más, quiero hacerlo.
Tengo unas ganas de encontrármelo que ni yo sé describirlas.
Me encuentro en el
baño, lavándome la cara. Reconozco que, además de tener ganas de matar a ese
tío, me da miedo que aparezca. Me miro al espejo. Es ese empeño que tengo por
meterme en líos… sin querer, porque no quiero… pero siento una inexplicable
obligación por hacer esto.
-Per… perdona… no
sabía que estabas aquí.
Vero se queda quieta
en la puerta. He olvidado cerrar el baño. Afortunadamente no estoy haciendo
nada, sólo mirándome al espejo.
-No te preocupes, ya
he terminado – sonrío cortésmente – pasa…
-Eh… espera Álex –
me impide salir – quería… - carraspea nerviosa – quería disculparme del todo
contigo.
-Otra igual… -
resoplo sin querer - No tienes por qué hacerlo… - intento restarle importancia
–
-Si tengo por qué… -
Vero insiste – no tenía que haber desconfiado de ti ni haberte tratado de esa
manera…
-Vero… déjalo anda…
- pongo cara de no querer continuar esa conversación –
-Por qué te vas a
quedar? – pregunta de repente, mirándome como analizándome –
-Eh… - suspiro –
porque tengo tantas ganas como tú de encontrarme con ese tío y partirle la cara
– contesto sincero –
-Por algo más? –
pregunta, pero no logro entender por donde va – hace años que no ves a Malú y,
de repente, apareces y te quedas a intentar solucionar un problema suyo
-Tienes alma de
detective eh? – digo con tono suave, incluso sonriendo – simplemente no estaría
tranquilo en mi casa… - suspiro – además, le he visto la cara a ese tío… sé
quién es…
-Sabes? – pone la
mano en mi hombro un instante – me alegro de que te quedes la verdad… - me
quedo con cara de póker – al final vas a ser buen tío…
-Es posible… -
contesto irónico –
Dejo a Vero entrar
al baño y me dirijo de nuevo al salón. Allí ya hay varios colchones esparcidos
por el suelo. Así que vamos a dormir aquí? Todos? Pues genial, ahora si que me
siento fuera de lugar.
-Bueno, pues esto ya
está… - dice Pepi soltando un montón de sábanas sobre uno de los colchones –
-Tipo acampada eh? – dice su hermano - Te acuerdas Álex?
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