1994.
-Álex! Álex! - escucho como corean mi nombre -
Es ya el tercer gol en mi cuenta particular. El partido está saliendo perfecto, vamos a ganar el torneo entre colegios en el que participamos. Pero quizá lo que más ilusión me hace es que ha venido a vernos. Bueno, en realidad viene casi siempre, pero hoy creo que he estado más pendiente de si miraba, o de lo que hacía. Me gusta que venga a verme jugar, aunque me pone algo nervioso. El último gol se lo he dedicado a ella y se ha puesto colorada. Jajajaja!
2010.
Ha pasado casi una
semana desde que me he encargado de la rehabilitación de Malú. Una semana que
se me ha hecho corta. Creo que paso más tiempo en su casa que en la mía, sinceramente.
Y no me molesta para nada, de hecho creo que hemos recuperado totalmente la
confianza que teníamos hace años. Algo increíble, si pienso en los años que
llevábamos sin vernos. Creo que es porque mi carácter y el suyo encajan
perfectamente. Es irónica, como yo, un punto a favor para tener una amistad… a
veces la gente no entiende mi humor. Pero ella sí, ella si lo entiende.
Es disciplinada, o
al menos me lo parece. Aunque a veces se queje, es tozuda. Eso me gusta. Me
gusta que los pacientes se impliquen en la recuperación y no me dejen a mí
hacerlo todo. Ha comenzado a dar los primeros pasos apoyándose en las muletas.
Es un progreso enorme, después de estar semanas sin apoyar la pierna. Creo que
se va a recuperar antes de lo esperado.
-Álex, estás a lo
que estás o qué?
Sacudo mi cabeza y
miro a Toni, ya equipado con el uniforme. Me abrocho fuerte las botas. Hoy hay
partido, de los importantes. Si ganamos, nos ponemos primeros de la liga y
puede que consigamos entrar en el ascenso. Si perdemos, se nos complica un poco
la cosa.
Me encanta jugar al fútbol, lo vivo como si jugase en primera, como si
de cada partido, dependiese mi vida. A veces creo que me paso con la
intensidad, ya he tenido un par de lesiones por eso, por forzar demasiado. Pero
no lo puedo evitar, el fútbol es una de mis pasiones desde pequeño, y lo
seguirá siendo hasta que me muera probablemente.
El partido comienza
con mucha intensidad. El rival es duro, van los terceros y tienen fama de ser
bastante… cerdos a la hora de jugar. Todo está bajo control hasta que una
entrada me derriba. Siento un dolor terrible en mi tobillo derecho, me retuerzo
en el suelo por puro instinto, si no me muevo, me duele más. Apoyo mis rodillas
y la cabeza en el césped, apretando los puños. El dolor va pasando, creo que no
tengo otra cosa que el golpe. Me incorporo a duras penas, poniendo gestos de
dolor, caminando despacio y haciendo algún aspaviento hacia el autor de la
entrada y al árbitro.
-Puedes seguir? –
pregunta Toni acercándose a mí –
-Si si… - digo
seguro – joder, qué cabrón…
-Ni amarilla, esto
va a ser jodido…
Pues si, parece que
el árbitro es permisivo con este tipo de juego. Habrá que joderse e intentar
sobrevivir de una pieza. Me lanzan un balón largo e intento correr para
controlarlo pero todavía me duele el tobillo. No es momento de hacer
florituras. Alzo la mano disculpándome con el compañero y alzando mi pulgar
derecho. Miro a la grada, como siempre, no hay demasiada gente, aunque más que
otros días, imagino que por la importancia del partido. Algo que veo me hace
quedarme petrificado. No puede ser. Y me saluda! Pero si es ella! Y la que está
al lado es… su amiga la loca, genial. Me la imagino bajando aquí y pegándome
patadas. Qué cojones hacen aquí? De repente me pongo algo nervioso, me sudan
las manos. Como cuando jugabas al fútbol de pequeño y te estaba viendo la chica
que te gust… espera espera! No es eso! No es la chica que me gusta! Es Malú, mi
amiga, y su amiga la loca que en el fondo es buena tía. Es solo eso, nada más.
El caso es que como
que me motiva que haya venido a verme, aunque no entiendo la razón, y más yendo
todavía con las muletas. Es más, no entiendo como no tiene a cientos de
personas alrededor pidiéndole una foto. No me esperaba que pudiera camuflarse
tan bien entre la gente, imagino que tendrá sus tácticas para hacerlo. Miro de
nuevo a la grada. Su táctica son unas gafas de sol. No lo entiendo. Llega el
descanso, lo necesitaba para terminar de recuperarme del golpe anterior en el
tobillo. Me siento en una de las banquetas, secándome en sudor con la toalla y
bebiendo agua como un descosido.
-Has visto quién ha
venido? – dice Toni en voz baja –
-Schhh – le hago un
gesto para que no grite, absurdo –
-Estáis liados? – me
da un codazo –
-Esta conversación
me parece que ya la tuvimos con 15 años – digo desganado – es solo mi amiga
vale?
-Vale vale! – alza
las manos – luego podré saludarla o no me dejarás?
-Cuando te duches…
que hueles a zombie… - digo en tono bromista –
-Joder… es como
cuando éramos pequeños y venía a vernos jugar… - se queda pensativo – bueno,
venía a verte a ti claramente.
-Claro claro… - digo
intentando pasar del tema –
Se reanuda la
segunda parte y seguimos cero a cero. Empiezo a impacientarme, he vuelto a
recuperar la concentración en el partido y eso me hace querer marcar cuanto
antes. Cojo el balón en el centro del campo y me lanzo un autopase en largo,
por la banda, como a mi me gusta. Me quito de encima a dos rivales y hago un
quiebro para llegar al borde del área. No veo a ningún compañero desmarcado así
que decido chutar. Al palo. Al maldito larguero. Me llevo las manos a la
cabeza, cómo no ha podido entrar eso? No es posible. Vuelvo trotando hasta el
centro del campo y Toni me lanza una mirada disimulada hacia la grada. Pongo
los ojos en blanco, parece que juego con el Toni de hace años, el de los 15
años, o mejor, el de los 10.
Tras varias jugadas
en las que han estado a punto de marcarnos, empezamos a trazar pases casi al
primer toque. Me gusta jugar así, rápido, no les da tiempo a pensar. El balón
llega unos metros más atrás del borde del área y armo mi pierna, chutando hacia
la portería. No se cómo, el portero se ha encontrado con el balón y lo desvía.
No me lo puedo creer. De nuevo me llevo las manos a la cabeza. Otra oportunidad
a la mierda. El córner queda en nada y tenemos que volver a toda velocidad para
evitar el contraataque. Toni roba el balón pero le hacen una entrada por detrás
que es de roja directa. Me he cansado. Es el mismo que me ha hecho la entrada a
mí. Voy a por él repleto de furia.
-Qué haces
gilipollas? – le empujo levemente con el cuerpo –
-Partirte la cara es
lo que voy a hacer – me responde –
-Eh eh! – el árbitro
se pone en medio – calmaos que os expulso.
-A mí? – pregunto
estupefacto –
No es posible lo que
ven mis ojos. Amarilla para mí y para él. Claro, es lo mismo dar un suave
toquecito con el cuerpo que hacer ese entradón. Me separo de la jugada para no
liarla más, no van a expulsarme por su culpa.
Los ánimos se calman
un poco, o al menos eso creo, hasta que cojo el balón en la banda. Comienzo a
correr y, no sé como, siento un golpe tremendo en la cadera izquierda y caigo
rodando por el suelo, chocándome con los paneles publicitarios. Joder, me
duele, me duele mucho la cadera, pero tras reponerme, me levanto. Alzo los
brazos al ver que la entrada me la ha hecho el gilipollas de antes. Por fin,
por fin se va a la calle, no sin antes escupirme. Sonrío irónico al esquivar su
saliva y pongo mis brazos en jarra. Niego con la cabeza, qué mal perder tienen
algunos. Alzo el pulgar hacia el banquillo, creo que mi caída ha sido más
aparatosa de lo que ha sido, se han asustado y todo. Me subo las calcetas hasta
casi las rodillas y vuelvo a trotar hacia el área.
Quedan 5 minutos y esto hay
que solucionarlo ya. La jugada acaba en córner y le hago un gesto a Toni. Una
de nuestras jugadas. Él saca el córner hacia el borde del área y yo chuto.
Apenas nos ha salido un par de veces, pero puede que esta sí. Me dejan solo al
ver que no entro al remate, así que calculo más o menos donde va a caer el
balón, observando como planea hacia mí. No lo dejo botar, engancho una volea
con mi pierna derecha y el balón sale disparado, colándose en la portería un
poco más abajo de la escuadra izquierda del portero. A lo Zidane.
Enloquezco, me encanta
meter goles, me encanta esa sensación. Hago los típicos gestos que hace alguien
cuando marca y me deslizo de rodillas, haciéndomelas polvo, por el césped que
apenas resbala, pero me ha quedado guay para la foto. Todos vienen hacia mí,
asi que me dejo caer en el césped para que me aplasten con gusto.
Tras notar varias
veces que me ahogo, consigo salir de debajo de esa marabunta de tíos sudorosos
gritando. Me río por inercia, más todavía cuando Toni me agarra la cara y me
planta un beso en la frente, dándome un par de golpes en el hombro que me dejan
seco. Qué efusivo joder. El míster, el padre de uno de los compañeros, me choca
la mano todavía inmerso en la emoción de ganar a pocos minutos del final.
-No se lo vas a
dedicar a tu amiga? – dice Toni con cierto retintín –
Resoplo. Es pesado.
Muy pesado. Extremadamente pesado. Pero bueno, la verdad es que tengo
curiosidad por saber si se ha quedado hasta el final. Miro a la grada y allí
está, alzando las manos y aplaudiendo. Sonrío algo avergonzado y alzo la mano
saludando. Joder, qué vergüenza más absurda me ha entrado.
1994.
-Álex! Álex! – grito
a coro junto con el resto de compañeros de clase –
Él hace un gesto un
tanto avergonzado. Acaba de marcar su tercer gol en el partido y me lo ha dedicado. Ahhh! Me apetece dar saltitos, pero me contengo. Solo quedan
unos minutos para que seamos campeones de la liga entre colegios en la que participamos.
Y yo, como buena amiga que soy, vengo a verlo casi siempre, animándoles, o,
mejor dicho, animándole a él.
2010.
La verdad es que he
llegado a pensar que hacer esto era una tontería… pero creo que le ha tenido
que hacer ilusión verme. O, por lo menos, no le habrá disgustado. Ha sido dicho
y hecho… de estas cosas que hace Vero sin pensar. En cuanto le he dicho que
Álex jugaba hoy, se le ha cruzado el cable. La verdad es que creo que he sido
yo la que le ha obligado sutilmente. Me apetecía tener un detalle con él… y qué
cojones! Me apetecía salir de casa. Y qué mejor plan que comer pipas en un
campo de fútbol, muletas en mano, y viendo jugar a mi mejor amigo?
Con su gol, creo que
se me ha ido un poco la pinza. Menos mal que no me estaba mirando. Vero ha
puesto una de sus caras extrañas cuando ha visto tanta efusividad, pero se ha
contagiado en seguida. Anteriormente me había mirado también con cara extraña
cuando me he puesto a insultar al tío que le ha cosido a faltas. Será cerdo… lo
mínimo era insultarle. Dios, me veo y no me reconozco… estoy siendo… natural?
Exacto… natural. Y lo mejor de todo es que nadie me ha reconocido. Es muy
curioso… si vas a lugares donde no se espera que haya nadie famoso… no te reconocen.
En cambio voy por la gran vía y probablemente me reconozcan. Misterios.
-Bueno… - Vero se
levanta al escuchar el pitido final – vas a bajar al vestuario a ver como se
ducha?
Pongo cara de
sorpresa. A qué viene eso? Está dicho con retintín, con intención… y no
entiendo por qué.
-Por qué dices eso?
– digo algo cabreada –
-No, porque como se
te ve tan entregada… - dice sin mirarme –
-Mira, yo es que
flipo… - comienzo a andar con las muletas – no puedo venir a ver a un amigo sin
que tengas que hacer un comentario de los tuyos…
-Solo digo lo que
veo, sabes que siempre te digo la verdad… - dice excusándose, caminando detrás
de mi –
-Estoy harta… -
susurro – no puedo comportarme de manera natural… siempre tienes que estar
vigilándome – me paro en seco y me doy la vuelta – si no salgo de casa, mal, y
si decido hacer algo diferente, mal también.
-No te he dicho que
esté mal Malú… pero reconoce que Álex…
-Álex qué? – alzo la
voz haciendo que algunas personas nos miren – llévame a casa… - digo enfadada
comenzando a andar –
-Pero Malú, no vas a
esperar a que salga…
-Que me lleves a casa
joder! – grito enfadada –
La escucho suspirar.
Sabe que, aunque intente disculparse, ya me ha cabreado lo suficiente para que
sea tarde. Se me han quitado las ganas de todo. Esa insinuación suya me ha
sentado muy mal. No puede ser solo un amigo? Si hago cualquier cosa distinta a
lo que se supone que tengo que hacer, me siento juzgada. Por qué si vengo a ver
a un amigo tiene que ser porque me gusta? Estoy harta.